Capitulo •36

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Andrea

"Ser madre es maravilloso" "Los bebés no dan problemas"

¡MENTIRAS!

- Es tu turno, Sam.- dije quejándome.

- Yo le cambié el pañal en la tarde, te toca.- eespondió medio dormido.

- Yo le cambio el pañal todos los días. Traela para darle de comer, seguro tiene hambre.

- Bien.- gruñó y se levantó.

Me acomodé en la cama y Sam regresó con la bebé en brazos.

Ya había pasado casi dos semanas y, como mi madre lo dijo, no era fácil atender a la bebé.

Noches sin dormir, me duelen los senos, paso la mayor parte del tiempo cansada o de mal humor, Sam suele ayudarme pero los negocios también lo tienen cansado.

- Shh, duerme, pequeña.- comencé a mecer a mi hija y traté de darle leche, pero giró la cara y no la recibió.

- ¿Qué pasó?- preguntó Sam, volviendo a quedarse dormido.

- No quiere leche, no sé que hacer.

- Dámela.

Se levantó de la cama y se estiró, tomó de mis brazos a la bebé y se sentó en el sofá.

- ¿Qué quieres? ¿Un avión? ¿Un celular? ¿Una isla? Pide lo que quieras, pero déjanos dormir.- rogó.

Tocaron la puerta y abrí, Samy se presentó con el coche y los gemelos.

- Su llanto se escucha en toda la mansión. ¿Necesitan ayuda?

- Samy, ¿Cómo logras dormir a dos bebés?- dijo Sam, luego de bostezar.

Antes que Samy logre hablar otra vez, tres balas sonaron seguidas y los bebés comenzaron a llorar.

- No salgan.- dije.

Tomé el arma que estaba en un mueble y salí con cuidado de la habitación.

Escuché más disparos y caminé hacia donde provenían: El patio.

Vi a Raphael disparandole a un muñeco de trapo y recargando balas, se veía estresado.

Bajé el arma y la mantuve en mi mano.

- ¡Solo es Rapha!- grité para que Sam y Samy no se preocuparan.

Me acerqué a Raphael, quien ya se había sentado en una de las sillas de la mesa.

- ¿Qué haces despierto tan temprano? Apenas son las 5 de la mañana.

- No podía dormir, Annie.

- ¿Insomnio?

- Tres bebés recién nacidos, ¿Los conoces?- preguntó con gracia.

- Ven, te daré un vaso de leche caliente. Sam, Samy y yo trataremos de hacer dormir a los bebés.

Caminó a mi lado hasta la cocina y se sentó en la encimera.

Tomé una pequeña olla y la leche de caja, serví un poco en la olla y prendí la cocina para calentar la leche.

- ¿No me das un whisky, mejor? Digo...- bromeó.

- La leche te hará dormir.

- ¿No sientes que algo malo va a pasar? Como ese instinto que la mayoría de las mujeres tienen.

- ¿Por qué lo dices? ¿Tienes un mal presentimiento?- traté de ocultar mis nervios.

- Si, bueno... quizás solo sea el estrés de todo lo que ha pasado, pero, me mantengo más preocupado hace unos meses.

AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora