Piedra, papel o tijera

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En un hospital público de Maine, una enfermera chiqueaba a dos bebes que acaban de nacer con unos minutos de diferencia, una de sus compañeras se acercó y abrió mucho los ojos al ver que no tenían las pulseras de identidad.

-Si se enteran puedes perder tu trabajo ¿Si sabes cuál es cual verdad?- Entrecerró los ojos y la otra tragó saliva.

-Sí, claro- Intentó sonar segura.

-Entonces será mejor que se las pongas- La asustada mujer asintió.

-Hola Valeria- Puso la primera- Hola Valentina- Puso la segunda.


Ese mismo día por la mañana...

Una Regina Mills muy embarazada perseguía por el pasillo a uno de sus profesores.

-Escuche, ya le había avisado que estaría en la marcha a favor de la equidad de género, así que no lo puede contar como inasistencia.

-El punto es que faltaste a mi clase.

-Por una buena causa ¿A caso las mujeres no tenemos derecho a manifestarnos?

-Si quieres ser buena en matemáticas, mi clase es muy importante, no puedes faltar tanto.

-Perdón, he estado ocupada también con otra cosita- Señaló su abultado vientre- ¿Tampoco tenemos derecho a embarazarnos?

-A lo que tienes derecho es a un examen extraordinario, lo dejé claro al inicio del semestre, más de cinco faltas y ya- Finalizó y se alejó de la joven.

-Maldito macho opresor- Se acercó Ruby, la amiga colorida de Mills- Ni modo hermosa, ahora vamos porque si no vas a llegar tarde a la clase de la maestra que si justificó tus faltas- En ese momento, Regina gimió- Regina ¿Qué pasa?

-Me está dando una contracción de la chingada- Bufó y se dobló de dolor y Ruby le sobó el vientre preocupada- Espera, espera- Respiró un par de veces- Ya se me pasó.

-No mames, te hiciste pipí- Dijo su amiga mirando el charco en el piso.

-Creo que se me rompió la fuente- Habló en pánico.

-No chingues ¿Por qué aquí?

-Pues no sé idiota, no es como si lo decidiera en este momento.

-Bien, respira, respira- Ruby era la que respiraba nerviosa mientras sacaba a Mills de la universidad.


Al mismo tiempo, no muy lejos de ahí, en una de las empresas transnacionales más poderosas del país, Emma Swan muy embarazada, caminaba explicando algunas cosas a unos inversionistas japoneses.

-Nuestros productos son de la más alta calidad y contamos con la tecnología más avanzada para su producción- Esperó a que la traductora hiciera su trabajo- Y yo personalmente me encargo de cultivar la relación con nuestros clientes, así que mandar el producto a Japón no será ningún problema- Terminó con una sonrisa diplomática.

Sintió una fuerte contracción pero se mordió el interior de la mejilla para no gemir de dolor, sería de mal gusto frente a los posibles inversionistas extranjeros.

-Señora Swan- Le habló su asistente con los ojos muy abiertos y señaló el piso mojado.

-Cuidado señores, alguien tiro agua- Evitó que pasaran por ahí y los despidió lo más rápido que pudo, en cuanto estuvieron a una distancia prudente, aulló de dolor- Ariel, necesito ir a la clínica, avísale al chofer que lo espero en la entrada- Dijo a su asistente.

Madre solo hay dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora