Capítulo I.

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Frace: “Y al fin y al cabo, el amor es una buena razón para que las cosas fallen” Tokio (Úrsula Corberó) La Casa de Papel.
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*Narrador*
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Era hace una vez, que la historia no se cuente al revés. Hace mucho, pero mucho tiempo atrás, una familia pobre vivió y en una pequeña cabaña aquel niño nació Juan el padre del pequeño a buscar la cena salió, sin querer aquella noche con aquel hombre adinerado se tropezó y su hermoso traje negro ensucio, Juan humildemente pidió perdón, pero aquel hombre ambicioso no se conformó.
Esa noche de frío invierno su cabaña incendio en medio de la preocupación y la desesperación a Juan un anciano le hablo sin saberlo con el mismísimo diablo pacto a cambio de una vida terrenal eterna y un nuevo hijo la sangre de todos los descendientes Jones pidió. 

Y es así como comienza esta modesta historia.

Siglo XV (12 de diciembre de 1449).

*Juan*

Oí los llantos del recién nacido desde afuera de la cabaña, era un niño hermoso que llenaría de alegría mis días y los de mi esposa, lo cargue entre mis brazos sintiendo su delicada piel para envolverlo en una manta.

-Hijo mío, te nombrare Sebastián- dije llorando de alegría.

-¿Cómo su abuelo?- pregunto mi esposa recostada en la cama.

-Si como su abuelo- afirme -Ten iré a buscar algo para cenar- informe dándole al pequeño niño nuevamente.

Sali de la cabaña, el frio de la noche me envolvió por completo, tanta era la emoción por la llegada de mi hijo que no me percate del hombre que bajaba de un lujoso carruaje, haciéndolo caer.

-Demonios mi traje, campesino idiota ¿por qué no te fijas por donde caminas?- reclamo aquel hombre.

-Perdone mi descuido señor, no quería ensuciar su traje- ofrecí una disculpa pero el seguía muy molesto.

-¡Ja!  Esto te saldrá muy caro idiota- dijo subiendo nuevamente a su carruaje.

Las personas ha beses solían tener un genio poco soportable, pero eso no era lo importante, debía llegar a casa con la cena, la casa de doña Esme estaba ubicada en el centro de Hertford, ella era un viuda sin hijos que subsistía de un comedor, era una mujer joven y respetuosa a la que siempre le solía comprar comida cuando mi mujer no podía preparármela; compre la cena y regrese a casa junto a mi esposa he hijo, cuando estaba por llegar me sorprendió ver salir al mismo carruaje del hombre con el que accidental mente tropecé, regrese la mirada en dirección a la cabaña la cual se envolvía en una nube espesa de humo negro, el lugar ardía en llamas, corrí para auxiliar a mi esposa y mi hijo pero era tarde, cuando llegue todo había sido consumido por el flamante  fuego.

Caí de rodillas mirando horrorizado la escena, las lagrimas inundaron mis ojos y un grito desgarrador dejo mis labios, ¿Quién seria capas de hacer semejante cosa? Entonces lo recordé, el carruaje lujoso que encontré cerca de aquí, su sonrisa llena de burla ante mi desgracio apareció en mi mente. Solo quería una cosa, venganza.

Una briza fría recorrió mi cuerpo, y el sonido de unos caballos acercándose provocó que me pusiera de pie, a lo lejos divise un carruaje negro con decoración dorada en el techo, puertas y silla del cochero. Sorprendente mente este no lo manejaba nadie, viniendo impulsado por dos caballos negros que corrían a gran velocidad, frenando justo frente a mí. Del carruaje bajo un señor de ya avanzada edad con un porte muy elegante, vestía un fino traje negro que resaltaba su pálida piel, su escaso cabello blanco estaba muy bien peinado hacia atrás y sus manos las adornaban anillos de oro y un bastón negro de maneral dorado.

-Valla pero que desgracia- dijo soltando un suspiro mientras se acercaba a mi.

-¿Quién… es usted?- pregunte, mi voz se quebraba debido a mi tristeza.

-¿Yo? Tengo muchos nombres, pero eso no es lo que en realidad me importa en este momento- hablo relajado -Juan, percibo tu deseo de venganza, yo puedo ayudarte, la pregunta ahora es ¿estas dispuesto a negociar?- pregunto mirándome directamente.

-¿Negociar? ¿pero cómo? Todo lo que tenia ha sido destruido- confese mientras nuevamente mis ojos se inundaban de lágrimas.

Se rio a carcajadas -Es gracioso, ni siquiera te he dicho de que forma te ayudare o como me pagaras y tu ya estas aceptando, esa es la aptitud- dijo posando su mano en mi hombre.

-Estoy dispuesto a darte las armas para vengar a tu esposa e hijo, a cambio solamente pido el alma de todos los descendientes Jones- propuso esta vez inexpresable.

Mire la cabaña convertida en cenizas y luego a aquel hombre extraño.

-Acepto- acepte dejándome llevar esta vez por la ira y el deseo de venganza.

El anciano se mostró feliz al oírme -Sabes, me agradas al trato agreguemos el hecho que te permitiré recuperar a tu hijo, no exactamente al tuyo; de tu sangre, pero si bien imagino que el niño de aquel hombre que asesinaras serviría bien el pequeño nació hoy exactamente a la misma hora que el tuyo ¿no crees que es una magnifica casualidad?- hablo el haciendo alguno ademanes con sus manos.

-¿Entonces que dices serramos el trato?- pregunto, solo asentí. Golpeo el suelo con su bastón el cual ardió en llamas haciéndolo desaparecer.

De la nada se hiso presente el cansancio y caí profundamente dormido en el poco pastizal que había logrado escapar de las atroces llamas del incendio.

De la nada se hiso presente el cansancio y caí profundamente dormido en el poco pastizal que había logrado escapar de las atroces llamas del incendio

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