Capítulo XVIII.

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*Abigail*

Una semana había pasado ya, la muerte de mis padres dolía como si hubiese sido ayer; pero, también me dolía el hecho que aquel que dijo amarme, aquel con el que estuve tantas veces ni siquiera se había molestado en enviarme un mensaje de texto para saber de mí, no lo entendía, se suponia que me amaba y cuando amas a alguien no desapareces en sus moemntos dificiles, me frustraba el hecho que no sabia nada de él, por que no respondía ni un maldito mensaje de texto, era como si no existiera más.

Me encontraba vomitando, si de nuevo, ya era la tercera vez que vomitaba en la semana, sabía que no era normal y sabía lo que significaba, pero me aterraba la idea de confirmarlo, estaba bien económicamente, ese no era el problema el problema era que aún tenía diecinueve años (a tres semanas de cumplir veinte) estaba en último año de preparatoria y ni siquiera sabía si Sebastián aceptaría el cargo o le daría igual.

Aun así, era una teoría que debía comprobar, me puse de pie y por primera vez desde la muerte de mis padres salí de casa y me dirigí hacia la farmacia, esta vez sí llevaba mi estúpida identificación.

-¿Abi?- escuche a Harry decir mi nombre al otro lado del mostrador -¿Qué necesitas?- pregunto.

Dios que incomodo.

-Hola Harry- le salude -Si bueno, necesito… una eh… prueba de embarazo o como sea que se llamen- le pedí apenada.

-Bien- tomo una pequeña caja blanca de la vitrina -son siete cincuenta- dijo haciendo la factura.

-Bien- le di el dinero -A beses le digo a Dios ¿Qué hice para merecer un amigo tan increíble como tú? ¿sabes?- solo se encogió de hombros y sonrió.

-¿Jess lo sabe?- pregunto.

-No aún no se lo digo a nadie, es que aún no estoy 100% segura- confese, el solo enarco una ceja y sabía que preguntaría.

-¿Ni siquiera lo sabe el futuro padre cierto?- solo negué con la cabeza.

-¿Vas a decirle?- pregunto.

-Si, bueno si es que sale positiva, si- confirme.

Hablamos por un rato más y luego me fui, de nuevo en casa, me senté en el inodoro para poder hacer pis en la cosa esa que parecía paleta.
Y después de cinco minutos mis teorías fueron confirmadas, la prueba resulto positiva.

Llorando, así me encontraba en el piso del baño, y no porque no me alegrara el ser madre 8aunque siendo sinceros me aterraba la idea porque en si no tenía idea de que es ser madre) ni mucho menos porque no pudiera mantenerlo, más bien me alegraba el hecho que tendría un hijo, un hijo del idiota que ahora ni siquiera me habla, ni siquiera lo he visto y que no se si responsabilizara o me repudiara.

Solo hay una forma de averiguarlo ¿no? Tendría que confrontarlo.

Me puse de pie, me di un retoque para no verme tan fatal, y ni siquiera sé porque me importa el cómo me vea, y salí de mi casa por segunda vez.

De camino a casa de Sebastián me pregunte a mí misma si esto era lo correcto o si estaba preparada para cualquier reacción que tuviese, o que le diría para empezar “hola Sebastián o hey Sebastián que crees sé que no quieres saber nada de mí, pero estoy embarazada”. No la verdad es que no tenía idea de que le diría, pero algo era seguro, ya estaba aquí y no había vuelta atrás.

Toque la puerta y espere a que el abriera, pasaron unos cinco minutos hasta que alguien abrió y pensé que sería el, pero no era una mujer mayor, se miraba de unos treinta años, pero al igual que Sebastián tenía los ojos de un color rojizo solo que un poco más apagado así que deduje que ya tenía más de un siglo.

-Hola… eh… esta…- la señora sonrió y me interrumpió abruptamente.

-Se quién eres, a quien buscas y a lo que has venido- comento -¿Abigail no?- pregunto y me quede helada.

Solo asentí.

-Ven conmigo, no tengo mucho tiempo- dijo tomándome del brazo adentrándonos al bosque.

-Bien Abigail, diré esto de una vez, debes alejarte de él- la mire extrañada -A lo mejor haga mal en decírtelo, pero Sebastián no es quien tú crees…- la interrumpí.

-Si habla por lo de ser vampiro ya lo sé- ella solo sonrió.

-No me refiero a eso, me refiero a algo más, aun crees que la muerte de tus padres o tu abuelo fue un accidente- negué con la cabeza -Él y su padre los asesinaron, y harán lo mismo contigo, hazme caso y aléjate de él, vete a donde las sombras no puedan alcanzarte y se feliz con tu hijo sin Sebastián porque solo corres peligro aquí- no sé porque le creía, no sabía si era cierto e igual así llore negándome a esa idea.

-Mira si me crees o no es tu problema niña, yo ya te lo advertí ahora regresa por donde viniste- y se fue. Yo me quede unos minutos ahí en silencio, aturdida sin poder decir nada.

Sin más que hacer volví a casa, volví a encerrarme en mi habitación, volví a llorar y sobre todo los volví a extrañar.

Sin más que hacer volví a casa, volví a encerrarme en mi habitación, volví a llorar y sobre todo los volví a extrañar

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