-¿Quién era?- le pregunte a Esme una vez la vi entrar de nuevo.
-Era Abigail- respondió fríamente.
-¿Abigail? ¿Aún sigue afuera?- pregunte yendo a la puerta.
-No- me detuvo -La he enviado a su casa, Sebastián ya le has hecho suficiente daño, acabala de una vez o aléjate y déjala vivir- dijo furiosamente.
-No puedo alejarme de ella, no entiendes yo la amo, daría todo por ella- confese.
Sonrió maliciosamente -Amarla es tu maldición- dijo alejándose de mí.
No me importa si su amor es una maldición o no, yo la quiero a ella y are hasta lo imposible para mantenerla a salvo, pero no me alejare, no más, nunca más.
Salí corriendo como un loco hasta su casa y una vez frente a la misma pude sentir lo mal que estaba, causando en mí una angustia y arrepentimiento horrible. Sin pensármelo mucho escalé hasta su habitación y entre a la misma, lo primero que vi fue a Abi llorando sobre su cama, las luces estaban apagadas y en cuanto me vio dio un salto asustada.
*Abigail*
Estaba en mi momento depresivo al cual llamo cariñosamente ~hora para ahogarme en llanto por toda la mierda que me ha pasado~ cuando de la nada alguien atravesó de la ventana entrando a la habitación, me asuste y di un salto cayendo de culo en el suelo y tan pronto me levante encendí la luz.
-¿Sebastián?- mi cara de confusión y completo horror debió a ver sido evidente -¿Qué haces aquí?- pregunte.
-Y… yo… Abi ¿A que fuiste a mi casa?- cuestiono.
-Oh, no lo sé, tal vez quería saber de tu existencia- ironice -Han sido semanas ¿sabes?- comente.
-Abi yo sé que ha pasado tiempo pero…- no termino su explicación, no lo permití.
-Mis padres murieron hace dos semanas ¿sabes?- informe -toda las escuela fue, mis maestros, compañeros de trabajo de ambos que ni siquiera conocía, ansíanos que conocían a mi abuelo, Jess y Harry fueron, André fue- a la mención de este tenso la mandíbula -¿Y tú? ¿Dónde estabas tú? Estaba destrozada Sebastián, no hay un solo día que no les llore, pero sabes creí que al menos tendría tu consuelo, pero no fue así, soy un idiota por creer que yo te importaba, total ibas a matarme igual que a ellos ¿no?- dije secándome las lágrimas.
-¿Ah?…- soltó confuso.
¿Asesinaste a mis padres? – pregunté temerosa, no hubo respuesta -Respóndeme con un carajo Sebastián- exigí.
-Sí- su corta y fría respuesta fue como una puñalada a mi corazón.
- ¿Por qué? – pregunté nuevamente llorando.
-Llevo mucho tiempo en esto; empezó incluso mucho antes de que tú, tu padre o tu abuelo nacieran. Hablamos de una guerra activa de hace siglos entre nuestros descendientes Abigail, hasta que llegué a ti y cambiaste mi perspectiva con tu sonrisa, cambiaste mi mundo mismo con ese maldito amor- sus palabras solo confirmaban lo que aquella mujer me había dicho en el bosque.
-¿A qué guerra te refieres?-
-A una que inicio el día que uno de los tuyos asesino a mi madre- aclaro
-¡Por Dios, hablamos que han masacrado por siglos a mi familia por algo que hiso un solo hombre, te das cuenta que después de el nadie portador del apellido sabia de lo sucedido, te das cuenta que nadie ha intentado defenderse, esto no es una guerra son ustedes asesinándonos! sigo yo ¿no?- me miro perplejo -¿Por qué no simplemente me dejaste caer aquella vez o me hubieras dejado ser comida para osos, de seguro te hubieses ahorrado el esfuerzo de ahora- me miraba en silencio con una mirada suplicante -Y créeme me hubieses ahorrado a mi todo este dolor- finalice
-No lo entiendes, no puedo verte morir porque te amo- dijo en hilo de voz casi siendo un susurro, deslumbre una lagrima bajar por su mejilla, pero siendo sinceros ya no me importaba, estaba furiosa, triste y decepcionada.
-Sabes, he visto y oído tanto que no se si creerte, te odio- confese llena de ira -Por favor, si no viniste a matarme, al menos déjame en paz y lárgate- dije volviendo a la cama.
Y si, se marcho y yo quede destruida en mi habitación.
-Maldito amor, mil veces maldito- repetí una y otra vez llorando cuando por fin creí estar sola, de repente escuché una risilla maliciosa entre las sombras que proyectaba la puerta contra la luz.
-¿Quién está ahí?- pregunte saliendo de la cama.
-¡BUUU!- di un salto hacia atrás cuando vi a aquel hombre y luego sentí un golpe, todo se volvió muy borroso y ya no supe más.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.