Capítulo IX.

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*Sebastián*

La verdad me sorprendió encontrarme a Abigail en el bosque y más que estuviese intentando escalar esa pendiente, sinceramente si hubiese sido un humano cualquier lo hubiese dejado morir, pero cuando se trata de ella mi cuerpo reacciona de manera rápida y automática como si debiera protegerla.

Cuando menciono lo del campamento sonreí y lo creí; todo lo que ella dijera lo creía, así que solo sonreí y me di la vuelta para continuar mi camino, fue ahí cuando de reojo vi como caía y escuche su grito, percibía su angustia muy claramente, no se en que momento me di la vuelta y salte para atraparla y evitar que se hiciera daño, mucho menos el hecho que estuviera a punto de besarla y en verdad quería besarla sinceramente solo esperaba una señal por más mínima que fuese de su parte para hacerlo.

Pero abrió los ojos, su confusión se hiso presente y se marchó, se marcho y no la detuve aun sabiendo que ella también quería ese beso tanto como yo.

-Nos vemos mañana mocosa- dije sonriendo ampliamente viendo como se alejaba a prisa de mí.

Regrese a casa, la cual estaba completamente vacía; mi padre se la pasaría vigilando a Tomas Jones, Lucifer bueno, el diablo es el diablo y tiene almas que corromper y Esme pues técnicamente si mi padre no esta ella prefiere quedarse en su habitación, debo admitir que estar solo en casa no es tan malo pues me daba para conversar con mi mente la cual estaba llena de *Abigail* En este preciso momento.

En la mañana apenas y desayune, por alguna extraña razón quería ser el primero en llegar a la escuela, y no precisamente por que fuese la escuela, la verdad a mi la preparatoria es algo que me vale tres etarias de verga; quera llegar primero por que se muy bien que Abigail seria la segunda en llegar, y en verdad quería verla y saber que estaba bien.

~Haces muy mal Sebastián, sigues acercándote a ella ¿tienes idea lo que pasara si llega descubrir quién eres en verdad?~ hablo mi conciencia.

Y la verdad no se equivocaba, además cuando carajos fue que deje de ver a la mocosa como una simple mortal, desde cuándo y porque la veo tan hermosa y me dan estas ganas de… bueno ustedes saben ¿no? Se supone que debía alejarme de ella, pero es que no puedo, eso se volvió imposible desde el día uno cada parte, cada gesto u acción de ella me atrae más y más.

-Buenos días odioso, no sabia que alegrara hacerme la vida de cuadritos tan temprano- y si, su voz me saco de mi pequeña pelea mental.

-Buenos días mocosa- dije burlón; sabia que ese apodo le molestaba y me encantaba verla molesta por que en realidad se ve adorable cuando frunce la seño y apuñas sus manos. Pero esta vez no fue así, no se molesto al contrario ella estaba feliz.

-Hoy vengo de muy buen humor así que tú y tu estúpido sobrenombre se pueden ir a la verga- dijo sonriendo, se dio la vuelta y camino hacia la entrada del salón.

No sé por qué, pero tenía la necesidad de seguir conversando con ella, así que me apresure y me plante enfrente para evitar que saliera.

-Quítate, déjame salir Sebastián- grito intentando evadirme.

-¿Por qué? ¿acaso me tienes miedo?- pregunte.

-Pfff. Por favor, ¿miedo a ti? Ni que me fueras a comer- hablo exagerando esto último.

La verdad si, si quería comérmela, pero no de la forma en la que te comes un filete cualquiera, a este filete lo quería debajo de mí y besar cada centímetro de ella.

-Espera, solo quiero conversar, ¿al menos dime si estas bien?- cuestione revisándola con la mirada.

-Si, estoy bien, y gracias por salvarme- dijo agachando la mirada como apenada.

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