Capítulo XIII.

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*Sebastián*

El día había sido demasiado corto para mi ver, me la había pasado mirando a Abigail todo el día y quien no lo aria si ella es completamente hermosa. En fin había llegado la hora de irnos y según Abigail había sido una buena idea sentarse en su antiguo lugar al frente en esta ultima hora para evitar que me siguiera distrayendo, pero fue inútil en realidad se me estaba reventando el hígado de celos ya que el que estaba ahora a su lado era el imbécil de André el chico nuevo, el idiota la miraba con deseo definitivamente solo quería usarla y no tenía ni la más mínima gota de vergüenza en insinuársele, ni siquiera le importaba que ella y yo tuviéramos algo.

El imbécil soltó su lápiz en el suelo asiéndolo ver como un inocente descuido, Abigail se agacho y el idiota no dudo en mirar su trasero (Puta madre estas ganándote un pase al infierno) pensé.

El timbre sonó y el muy imbécil se despidió de ella besándole la mano, tome mi bolsón y avance de prisa hacia Abigail, de momento no me importo empujar gente hasta llegar a ella, la tome por la cintura, tome su bolsón y me la lleve de ahí.

-Sebastián, pero ¿qué te pasa? Suéltame me lastimas- como respuesta a su pregunta entramos a un salón vacío donde la solté y exhale liberando tención en mi mandíbula, cerré la puerta y me voltee en su dirección.

-¿Quieres saber que me pasa?- solo asintió con el ceño fruncido -Pasa que estoy muriendo de algo llamados celos Abigail... veo cómo te mira, siento como se excita con tu presencia y eso me vuelve loco- confese.

-Pero ¿de quién hablas?- pregunto.

-Del imbécil de André, de ese idiota que se atrevió a besarte la mano a la salida- aclare.

-Estas mal de la cabeza- comento frunciendo el ceño.

-Pues sí, si estoy mal, pero de amor por ti mocosa- confese acorralándola entre mis brazos contra el escritorio.

-Solo yo puedo besarte de esta manera- dije besándola apasionadamente en los labios, luego el beso se convirtió en algo más salvaje y lujurico -Solo yo puedo tocarte de esta manera- hable tomándola por las nalgas para sentarla en el escritorio la bese nuevamente y deslice una de mis manos desde su rodilla hasta llegar a su zona más sensible, estimulando su clítoris con mi pulgar mientras entraba en ella con el dedo corazón y el índice, soltó un gemido agudo que me indico que le gustaba lo que hacía, aprete su nalga con mi otra mano -Solo yo puedo hacerte gemir así- dije dándole otro beso.

-Sebas... tian, por de... dios- gimió.

-Si sigue, gime para mi- seguí acelerando el movimiento de mis dedos.

-Voy a correrme- confeso soltando aire por la boca.

-Bien entonces me detendré- saque mis dedos de su entrepierna y le dedique una sonrisa amplia mientras los lamia frente a ella quien me daba una mirada furtiva.

-¿Qué? ¿Por qué?- cuestiono.

-Tu decidiste castigarme a mí por hablar con esa chica ¿recuerdas?- solo asintió -Bien pues yo voy a castigarte por hablarle a ese imbécil- aclaré -Nos vemos más tarde mocosa- dije saliendo del salón.

*Abigail*

¿Pero que carajos acaba de pasar? Si buena pregunta la verdad es que ni yo sé, apenas llevamos tres días siendo novios y ya casi matamos a alguien por celos, en fin, no es mi culpa que el toxico de mi novio me cele por hablarle a otro chico, o al menos yo no lo considero malo; a, pero el idiota si puede hablar con zorras humm.

La cuestión es que yo a él ni siquiera lo deje tan picado, es decir estaba erecto, pero él se lo busco, en cambio a mi si me niega uno de los que posiblemente pudo ser de los mejores orgasmos de mi vida, pero ¿quién se cree? Acaso cree que puede castigarme alterando mis hormonas para dejarme así sin más. Pero no le concederé el honor de hacer eso, oh no claro que no.

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