Epílogo

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Frase: “La vida es muy corta para solo amarte en una, prometo buscarte en la otra” -William Shakespeare.

Era hace una vez, y que esta vez la historia no se cuente al revés, una historia de amor prodigio, perdido en el tiempo y destinado a juntarse siempre, maldito por unos, vendito por otros; sin más espera observa como da inicio nuevamente esta modesta historia.

Siglo XVI (año 1561).

-¡Corre Abigail corre!- le motivo Sebastián.

-¡Ya no corras, estoy cansada!- se quejó la pequeña Abigail parando apoyándose con sus manos de sus rodias mientras trataba de respirar agitada.

-Te quejas demasiado, no aguantas nada- le regaño el yendo a su lado para ofrecerle su mano.

-Eres un idiota- se quejó ella.

-Y tu una mocosa impertinente y metiche- le acuso.

Ambos se sentaron bajo la sombra de un árbol riendo de sus locuras, tomados de las manos mirando el ocaso como se ponía el sol en el horizonte, por un momento todo fue silencio entre ambos, inevitablemente la mirada de Sebastián cayo sobre Abigail quien seguía fija viendo el atardecer, Sebastián la miro con atención hasta que Abigail se dio cuenta de ello y lo miró fijamente también, Sebastián noto como ella se sonrojaba, Abigail noto como el suspiraba, Sebastián noto que el  cabello castaño de ella se movía con la brisa, Abigail noto como los labios de él se curvaban en una sonrisa, dentro de ambos se encendió una chispa, dentro de ambos ubo curiosidad, dentro de ambos nació el amor.

-Eres muy bella- le alago Sebastián.

-Gracias- se sonrojo aún más -Yo… tú también- le dijo por impulso ella.

Se acercaron poco a poco y ahí con la puesta de sol unieron sus labios en un beso, era el primero de muchos para ambos, así que fue un beso inexperto, suave, pero para ellos fue el mejor beso de sus vidas.

-Te amo idiota, aunque seas un odioso- confeso Abigail.

-Y yo a ti mocosa, aunque seas una metiche- confeso también Sebastián.

Ambos rieron un momento y justo cuando oscureció Sebastián acompaño a Abigail hasta su casa.

-Cuando seamos grandes, prometo que construiré un palacio para que vivamos en el-

-Y yo prometo que esperare toda la vida para vivir así, contigo, aunque debes hablar con mis padres- le recordó ella.

-Lo are, lo prometo- dijo uniendo sus labios en un ultimo beso para despedirse de ella.

Aunque ambos eras aún pequeños, soñaban con una vida juntos, una vida llena de felicidad y amor, un maldito amor.

FIN.

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