Capítulo XXII

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Frace: "Quién desea ir al cielo, cuando el infierno se vuelve un lugar hermoso estando a tu lado*. -Anonimo.

*Abigail*

Paso mucho tiempo desde aquel día en el que toda mi vida había cambiado; estaba sentada sobre el balcón de la ventana mirando el atardecer, cuando sentí sus brazos rodear mi cintura y sus suabes labios acercarse a mi oído para decir un “te amo”, han pasado meses desde que vivimos juntos, meses de paz, meses para tratar de olvidar que, de alguna forma habíamos estado en guerra por una estupidez, sentí como sus labios se posaban sobre la piel expuesta de mi cuello y sus finos colmillos ejercían una leve presión sobre este, la suficiente para erizarme la piel más no romper la misma, su aliento era cálido y sus manos subían por mi cuerpo mientras dejaba ese camino de besos húmedos en mi cuello que tanto me fascinaba.

Me jire hacia él y le di un pequeño beso en los labios antes de responder -Y yo a ti-

Subió al balcón sentándose a mi lado -Siempre me pregunte que habría sido de mi si no te hubiese conocido- comento

-También me he preguntado eso muchas veces- confese.

-También me he preguntado que sería ser padre- soltó de repente. 

Eso me entristeció un poco -Estuviste a punto de descubrirlo- dije con algunas lágrimas en los ojos.

El reacciono de inmediato y su mirada curiosa exigía más respuestas -Yo… estaba…- mi voz se rompió y aunque ya ha pasado mucho tiempo me invadió un horrible sentimiento, se me hizo imposible, no podía evitar el llanto -Yo estaba embarazada, íbamos a tener un bebe-

Su mirada rápidamente se clavo en el suelo y lágrimas empezaron a escurrir de sus ojos, pasaron unos cuantos segundos de silencio hasta que decidió hablar.

-He destruido tantas vidas…-

-No fue tu culpa-

-Si, si lo es, de alguna forma… me gustaba, cuando asesinaba a alguien sentía su impotencia, su miedo y su desesperación, luego llegaste tu claro- soltó una risita irónica con un tonada triste en la misma -Debía protegerte y no lo hice como debía, estuve a punto de perderte por mis idioteces y por la culpa de ese hombre al creí ciegamente-

-Pensabas que era tu padre, Sebastián no te reproches nada, hiciste lo que pudiste y…- evadía mi mirada -¡hey!- tome su rostro entre mis manos obligándolo a mirarme -sigo aquí, con tigo- dije tomando su mano y llevándola a mi pecho -Y… aun no estoy segura de esto, pero es probable que seamos padres pronto- confese.

Me miro sorprendido -Tu… estas… estamos…- froto su mi abdomen, ni siquiera sabia que decir o hacer, la verdad es que solo son sospechas, ni siquiera yo estaba segura de eso.

-Aun no estoy completamente segura- confese.

-¿Bueno pero hay formas de asegurarse no?-

-Si, pero las pruebas solo funcionan a partir de la tercera semana y si mis cálculos son ciertos yo apenas llevo dos-

-Bueno pues en una semana sabremos la verdad- su mirada se ilumino como la de un niño pequeño al que le dan un dulce después de un berrinche para callarlo, su emoción era evidente.

-Supongo que hay que esperar… pero… y si me estoy equivocando-

-Si fuese el caso, ¿también hay formas de hacerlo realidad no?- dijo besándome el cuello.

-Tendrías trabajo extra espero que estes consiente de ello-

-Lo estoy mocosa, lo estoy- aseguro.

-No me llames así- le reclame dándole un beso en la boca para callarlo.

-Sabes que muy en el fondo te gusta que te llame así mocosa- dijo dándome un beso ms largo y profundo.

El tiempo pasaba rápido cuando quería; había pasado una semana ya, y Sebastián estaba impaciente, fuimos juntos a comprar la prueba o más bien me arrastro con él para comprar la prueba, y una vez en casa incluso tuve que regañarlo para que esperara afuera del baño.

-Ya-

-No

-Ahora si- insistió.

-Que no- respondí.

-Ya terminaste- siguió insistiendo.

-Sebastián basta- le regañe.

-Dime que ya- abrí la puerta del baño de golpe y salí con la prueba en mano.

-¿Y bien?- pregunto ansioso.

-Hay que esperar cinco minutos- le informe.

-¿Por qué tanto?-

-Sebastián ya esperaste una semana, cinco minutos no son la gran cosa…- dije seria, estaba preocupada, no quería ilusionarme demasiado, por otra parte, Sebastián estaba muy emocionado, demasiado para mi gusto, parecía niño pequeño. 

-Hey ¿Qué pasa?- olvidaba su habilidad para sentir los sentimientos ajenos.

-Es solo que y si es un “si”- dije nerviosa.

-Pues tendremos que ingeniárnosla para ser buenos padres y mantener a nuestro hijo o hija-

-Si tan solo fuese tan fácil- la verdad es que no me fascinaba la idea ya que Sebastián solia tener un conportamiento inmaduro, parecia un niño pequeño cuando se lo proponia.

-Nadie dijo que lo fuera, pero… será divertido- aseguro

-Sera todo menos divertido- asegure yo.

-Sera todo si estoy contigo- aseguro él, dejándome sin aliento por un instante, todo lo que decía y me hacía sentir era muy, demasiado profundo o intenso para mi pobre ser.

-¿Y si es un no?- pregunte temerosa o más bien nerviosa.

-Pues la cama nos estará esperando lista para convertirlo en un si- lo dijo tan natural que no pude evitar reírme.

Pasaron los cinco minutos y me aterraba mirar la prueba así que se la tendí a él quien la cogió ansioso.

-¿Qué significan las rayitas?- Cuestiono confuso.

Tomé el papel donde estaban especificadas las indicaciones y lo leí-Si hay solo una es un “no” y si hay dos es un “si”-

Pasaron algunos segundos y él no me decía absolutamente nada, la intriga estaba matándome y el idiota no me decía nada, hasta que noto mi impaciencia y me dedico una gran sonrisa antes de romper el silencio.

-Pues querida mocosa al parecer seremos unos increíbles padres- dijo riéndose.

-No me jodas- estaba en chok

-La prueba ha hablado no yo- dijo levantando los brazos en señal de paz para luego pasarme la prueba que confirmaba todo.

Me abalance sobre el de inmediato y lo bese frenéticamente, estaba feliz y no era la única, seria una grandiosa experiencia para ambos, seriamos padres, el odioso vampiro y la mocosa serian padres.

Maldito Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora