—Hey, Josh, ¿te apetece ir por un trago? —le preguntó Mason al terminar un largo turno

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—Hey, Josh, ¿te apetece ir por un trago? —le preguntó Mason al terminar un largo turno.

Ambos se habían conocido en su primer año en la universidad y continuaban siendo amigos. Incluso fue Josh quien abogó para que su padre contratara a Mase.

—Me encantaría, siento que este día ha sido eterno —respondió.

—¿A qué hora comenzó tu turno? —indagó Mason.

—A las siete de la mañana, ¿y el tuyo?

—Mierda, amigo, llevas quince horas aquí. Yo llegué a las ocho y mi turno debió terminar a las seis, pero tuve que hacer una cirugía de emergencia. Parece que vivo más aquí que en mi casa, debe ser por eso que ningún hombre o mujer se queda mucho tiempo conmigo.

Joshua rio sabiendo que aquello no era del todo cierto. Mason, abiertamente bisexual, disfrutaba demasiado del sexo con cualquiera de los dos géneros, por lo que estaba lejos de querer comprometerse con nadie.

Viajaron cada uno en su propio auto y se encontraron en el bar que solían frecuentar. Se sentaron en la barra y pidieron bebidas. En el televisor que se encontraba frente a ellos presentaban en esos momentos un partido de futbol americano.

—Supe que Adele renunció —dijo Mason.

Joshua no había comentado con nadie su ruptura con la mujer, ni siquiera con Nathan.

—Así es, su antiguo tutor le ofreció un empleo en un hospital de Oxford.

—¿Planean tener una relación a distancia o te mudarás con ella?

—Ni lo uno ni lo otro, Adele terminó conmigo.

—¿Así no más?

—No, en realidad lo hizo luego de tener sexo —confesó Joshua reviviendo la molestia al recordar el momento.

—Vaya, la mujer sí que sabe cómo despedirse —comentó su amigo.

En ese momento terminó el primer tiempo del partido y en el intermedio dieron algunas noticias, una de ellas llenó de orgullo a Joshua. Hablaban de Nathan y del éxito de su gira por Europa.

—Es extraño que ustedes se parezcan tanto y a la vez sean tan diferentes —declaró Mason con la vista fija en la pantalla.

Joshua se aflojó el nudo de la corbata mientras estudiaba a su hermano. Con su cabello desordenado y los brazos cubiertos de tatuajes, vestido con unos jeans rotos y una camiseta, Nate era la viva imagen del típico chico rebelde. La gente solía pensar que ellos eran como dos caras de una misma moneda, pero su madre siempre les dijo que en realidad eran dos monedas completamente diferentes, aunque en apariencia iguales. Les decía que Joshua era la paz y la calma, y Nathan, la rebeldía y la tempestad.

Un eterno amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora