Nathan saboreó la imagen que presentaba su chica recostada en la espalda de su hermano

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Nathan saboreó la imagen que presentaba su chica recostada en la espalda de su hermano. Nunca imaginó que aquello iba a llenarlo de tanta emoción, si bien no era la primera vez que compartían una mujer, sí era la primera que esta se quedaría con ellos, que serían más que la fantasía sucia de alguien queriendo experimentar la decadencia del sexo con ellos.

—Es la primera vez que tomar un baño se siente tan bien —declaró acercando su boca a los pechos de Harmony y pasando la lengua por su pezón antes de succionarlo. Por su parte, Josh guio una de sus manos a la entrepierna de la chica y acarició su clítoris en círculos. Ella gimió y se retorció de placer dejando caer la cabeza hacia atrás. Los dedos que la torturaban se hundieron profundo en su calor, obligando a su espalda a arquearse, lo que a su vez empujó sus pechos más cerca de Nate. Este no dudó en aprovechar la ventaja y continuó saboreándolos.

Harmony se sintió en llamas, a pesar de estar dentro del agua, arrasada por lo que los hermanos le estaban provocando. En ese momento se alegró de nunca haberse tomado el amor a la ligera, pues estaba convencida de que ninguna experiencia se compararía jamás con lo que estaba sintiendo. Los dedos de Josh entraban y salían de su interior y casi le rogó que la tomara de otra forma, y sus pechos estaban adoloridos e hinchados bajo la atención de Nate, que seguía torturándolos y enviando oleadas de placer que iban directo a su centro. Aferrando el cabello de Nathan para que no se apartara, se movió contra la mano de Josh, buscando la liberación que este le otorgó cuando curvó los dedos y empujó más, al tiempo que trazaba círculos en su clítoris con el pulgar. Gracias a ellos había tenido dos orgasmos, pero este era incluso más explosivo. Terminó gritando y se derrumbó en los brazos de Joshua, que besaba su mejilla con ternura. Nathan la miró con pasión y le dio un corto beso.

—Ahora vamos a bañarte, nena —le dijo alcanzando el jabón.

Limpiaron y enjuagaron su cuerpo sin dejar de tocarla y besarla; cuando terminaron, la sacaron de la tina y la secaron, para después llevarla a la habitación donde Josh le quitó el plástico que cubría su pierna y se aseguró de que no hubiera rastros de humedad. Ella estaba ansiosa, esperando lo que sucedería a continuación, pues a pesar de la experiencia de la tina y el placer abrazador, aún faltaba la mejor parte y estaba anhelante por llegar allí. Los quería en su interior. Había fantaseado con eso desde que aceptó mantener una relación con los dos. Apoyó las manos en su regazo, mirándolos atenta. Ya no sentía vergüenza de estar desnuda frente a ellos, pues Nate y Josh se movían a su alrededor sin una prenda de ropa encima y sin parecer ni un poco afectados por eso. Joshua estaba de rodillas a su lado, concentrando en revisar su escayola, mientras su hermano iba hasta el armario, y Harmony aprovechó para apreciar el cuerpo bien formado y cubierto de tatuajes de Nate. El que más llamó su atención fue uno que tenía en la espalda, con la imagen de dos manos unidas. Él se movió de forma despreocupada sacando del cajón unos bóxeres que se puso antes de coger una camiseta y regresar hasta donde se encontraba la chica.

—Tu maleta se quedó abajo, así que esta noche puedes usar mi camiseta para dormir —explicó comenzando a ponérsela.

—Yo voy a mi habitación a buscar algo que ponerme para dormir también —anunció Josh levantándose de su lugar.

Harmony se sintió confusa, no entendía por qué se estaban vistiendo si iban a hacer el amor, pero supuso que iban a esperar un rato y luego volverían a quitarse la ropa, así que aceptó que Nate la vistiera.

Joshua regresó varios minutos después usando un pantalón de pijama de color negro que colgaba de su cintura. Al igual que Nate, tenía un cuerpo bien formado, con músculos marcados, aunque sin tatuajes. Ella se empujó hasta acomodarse bocarriba en la mitad de la cama y los gemelos se ubicaron uno a cada lado. Nate la giró para que su espalda estuviera recostada en el pecho de él y le pasó un brazo por encima. Josh se quedó de frente y movió una de sus piernas para ponerla en medio de las de la chica.

—Buenas noches, mi amor —le dijo besándola.

—Buenas noches, nena —agregó Nathan posando los labios en su cuello.

Ellos parecían listos para dormir y Harmony no estaba segura de tener sueño.

—Así que... ¿nosotros no... es decir, no...?

—¿Sucede algo, cielo? —le preguntó Josh.

—Pensé que íbamos a... ya sabes.

—¿A hacer el amor?

—Sí, eso.

—Sigues pareciendo avergonzada de hablar con nosotros sobre sexo. Siempre que quieras algo, solo tienes que pedirle, nunca vamos a negarte nada, ¿verdad, Nate?

—Así es, nena, si nos quieres de rodillas, vamos a estarlo —concordó el otro.

—¿Entonces? —interrogó ella.

—No queremos que te sientas incómoda, y la escayola te limita a la hora de moverte. Cielo, no sé cómo te lo has imaginado, pero si vas a hacer el amor con nosotros debes saber que vamos a quererlo de todas las formas posibles. Por lo que será difícil para ti estar de rodillas usando eso.

Harmony dejó salir un jadeo cuando las palabras penetraron en su mente. No era tonta, comprendía bien las implicaciones y, más que asustarse, sintió su deseo crecer. Tragó con fuerza antes de seguir hablando.

—¿Así que vamos a esperar a que me quites la escayola?

—Es lo que queremos, pero como te expliqué hace un momento, nosotros no vamos a negarte nada y si quieres que te hagamos el amor ahora, lo haremos.

Su cuerpo reaccionó enseguida y se movió hacia atrás, entonces sintió la erección de Nathan en su trasero. Abrió la boca dispuesta a decirles que los quería en ese mismo instante, pero comprendió que, así como ellos no le negarían nada, ella tampoco quería negarles algo.

—De verdad lo quiero, pero creo que puedo esperar, deseo que cuando lo hagamos, pueda darles todo.

Josh la observó con ternura y Nate la apretó más en sus brazos. Ambos comprendieron al unísono que aquella chica iba a convertirse en el centro de su corazón.

—Cuando llegué el momento, haremos que sea perfecto para ti —prometió besándola. 

Un eterno amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora