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—Nunca había venido hasta aquí —comentó Harmony cuando salieron a un pasillo desconocido

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—Nunca había venido hasta aquí —comentó Harmony cuando salieron a un pasillo desconocido.

—Pues de ahora en adelante, o al menos por los próximos días, tal vez encuentres motivos para venir a menudo —aseguró él.

Un gritó llamó la atención de la pareja y vieron a dos chicas de más o menos la misma edad de Harmony abalanzarse hacia ellos con gran espaviento. Ambas saltaban mientras se deshacían en halagos hacia Nate, asegurándole que eran sus admiradoras más fieles. Él sonrió, pues ese era un discurso que escuchaba a menudo. Firmó sus camisetas y se tomó fotos con ellas, todo bajo la atenta mirada de Harmony, que los observaba fascinada.

—No sabía que de verdad eras tan popular —comentó una vez que las muchachas se despegaron del chico.

—Y yo no sé si sentirme aliviado o decepcionado de que todos me conozcan, excepto mi novia.

Escucharlo decir que era su novia le causó la misma emoción que cuando Josh afirmó que era su chica.

—En mi defensa, diré que estaba demasiado ocupada trabajando o estudiando, por eso no me fijé mucho en la televisión, debe ser por eso que nunca te vi antes.

Él la acercó hasta una puerta y después llamó con los nudillos antes de abrirla.

Joshua se encontraba ingresando información de sus pacientes en la base de datos de la computadora cuando escuchó los golpes y luego vio a Nate asomar por la puerta.

—¿Se puede? —preguntó su hermano con una sonrisa.

—Claro que sí, no tienes que preguntar.

—Traje una sorpresa para ti. —Nathan abrió del todo y empujó a Harmony dentro del consultorio.

Cuando la chica se encontró con la mirada de Josh, sintió que el corazón se le iba a salir. Él le dedicó una amplia sonrisa y se levantó de su asiento en dirección a ella.

—Vaya, esta sí que es una sorpresa agradable. Nate, puedes seguir viniendo todos los días si lo haces en tan exquisita compañía.

Sin decir nada más y actuando como si tuviera todo el derecho del mundo, se apoderó de los labios de Harmony, que se quedó congelada un momento antes de responder al beso. De forma inconsciente, mientras besaba a Josh, una de sus manos buscó a Nate y cuando este la tomó sintió que todo estaba completo. No tenía esa sensación de encontrarse en una situación inadecuada, no le resultaba extraño haber besado a Nathan antes y estar besando a su hermano en este momento. Era como si así debieran ser las cosas, como si los tres compartieran todo en aquel sencillo gesto. Ella jadeó cuando él mordió su labio inferior antes de alejarse estudiándola con un brillo satisfecho.

Los hermanos se miraron y, sin palabras, los dos supieron que lo estaban consiguiendo.

—¿Quieres un chocolate? —ofreció la chica.

Un eterno amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora