—Gracias, Rose —le dijo Joshua a la mujer que trabajaba con su hermano, luego de que esta terminara de servirle el desayuno

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—Gracias, Rose —le dijo Joshua a la mujer que trabajaba con su hermano, luego de que esta terminara de servirle el desayuno.

Ella correspondió con una cálida sonrisa.

Trabajar con Nathan era una tarea agradable, porque el muchacho era sencillo y muy amable, a pesar de que en ocasiones solía organizar fiestas con sus compañeros de banda y al día siguiente todo era un desastre cuando, al llegar a trabajar, los encontraba borrachos y durmiendo en cualquier parte. No obstante, Rose pensaba que era imposible estar cerca de Josh y no sentirse un poco enamorada de él. No es que ella lo estuviera, al menos no en el sentido literal, ya que bien podría ser su madre, pero sí le resultaba un joven tan encantador que tenía la certeza de que muchas mujeres estarían felices de recibir su atención.

—Buenos días, pensé que ya te habías ido —saludó Nate con un bostezo acercándose a la mesa.

—Mi turno no comienza hasta las once. Y tú, ¿qué haces despierto? ¿Te orinaste en la cama?

—Idiota —le gruñó lanzándole un trozo de fruta, luego se disculpó cuando Rose le lanzó una mirada reprobatoria—. Tengo una entrevista a las diez de la mañana y Megan quiere que vaya temprano para una prueba de vestuario. Todavía no entiendo por qué es importante esa mierda, cualquier cosa que me ponga da igual.

—A lo mejor quiere asegurarse de que no salgas desnudo frente a las cámaras —se burló su hermano.

—Pues les haría un gran favor, créeme, nadie quedaría indiferente ante lo bien dotado que estoy. —Joshua negó riendo y levantó su taza para tomar un sorbo de café—. ¿Hablaste con Harmony? —preguntó Nathan cambiando de tema y yendo al que de verdad le interesaba.

—Lo hice, aunque te confieso que no estoy seguro de haber conseguido algo. Fui sincero con ella y le dije lo que ambos queremos, pero está muy confundida, sin embargo, me confesó que se siente atraída por los dos y eso la asusta.

—Eso es un avance, creo que iré esta tarde para hablar con ella, este es un buen momento para continuar insistiendo.

—Esa es una buena idea, necesitamos conseguir algo rápido, en una semana y media se irá de la clínica y no quiero que lo haga sin que tengamos algo claro.

—Tú no te preocupes, que si de mí depende nuestra chica no irá a ningún otro lugar que no sea nuestra casa y nuestra cama —comentó Nate con una sonrisa de suficiencia. Joshua se sintió más tranquilo, después de todo, de los dos siempre había sido Nathan el que conseguía convencer a las chicas con más facilidad.

Continuaban desayunando y comentando sus planes del día cuando escucharon el timbre. Rose salió de la cocina y se apresuró a atender la puerta.

—Señor, unos hombres lo buscan —anunció cuando regresó momentos después.

—¿A mí? —indagó Nathan, sabiendo que era poco probable que recibiera visitas a esa hora.

Un eterno amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora