Harmony despertó envuelta en los cálidos brazos de Nate y con el pecho de Josh pegado a su espalda

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Harmony despertó envuelta en los cálidos brazos de Nate y con el pecho de Josh pegado a su espalda. Soltó un suspiro satisfecho. Era feliz: había encontrado ese amor que durante tanto tiempo le resultara esquivo, ese en el que, de alguna forma, había dejado de creer. Sin embargo, ahí estaba, en medio de dos hombres que le habían robado el corazón. Porque lo cierto era que estaba enamorada de ellos. Cerrando los ojos de nuevo, volvió a conciliar el sueño con una sonrisa, sus chicos estaban con ella. Sí, suyos, porque ambos le pertenecían de la misma forma que les pertenecía ella.


—Ven aquí —la llamó Nathan lanzándole agua desde el centro de la piscina.

—Ya te dije que no sé nadar —le gritó lanzándole agua de vuelta.

—Por eso queremos enseñarte, cielo, pero ahí sentada no creo que vayas a conseguirlo —le dijo Josh con cariño.

Ella suspiró y, dándose por vencida, comenzó a desatar la bata que le cubría el cuerpo. No tenía nada más debajo, pues cuando Nate anunció que iban a meterse a la piscina y les dijo que no tenía traje de baño, él le respondió que no lo necesitaba. Los chicos estaban desnudos dentro del agua y se moría por unirse a ellos, pero nunca había aprendido a nadar y la piscina era tan profunda que sabía que si se hundía iba a tener problemas.

—No tengas miedo, yo te atrapo —prometió Josh estirando los brazos en su dirección.

Sin dudar ni un segundo de sus palabras se deslizó en la seguridad que le ofrecía y le rodeó la cintura con las piernas. Él nadó llevándola hasta donde se encontraba Nathan.

—Pequeña cobarde —la pinchó este—. Vamos, déjanos enseñarte a nadar.

—¿No me van a soltar?

—Claro que no, nena. Estás segura con nosotros.

Al cabo de un rato, Harmony comenzó a perder el miedo al agua y se reía intentando mover los brazos. Ellos no la soltaron en ningún momento y esto le dio más confianza.

—Esa es nuestra chica, aprendes rápido, nena —la alabó Nathan atrayéndola a sus brazos. Cuando ella le rodeó la cintura con las piernas, como hiciera antes con Josh, él gimió—. Mierda, te sientes tan bien. —Y buscando su boca, la besó. Su miembro erecto encontró la entrada sin problema y se deslizó dentro con facilidad. Joshua apareció a su espalda rodeándola con los brazos y acunándole los pechos en las palmas. Harmony se dejó ir hacia atrás, apoyándose en él, y Nate la siguió penetrando. Los sonidos de placer reemplazaron a los que minutos antes causaban los chapoteos en el agua.

—¿Qué demonios está sucediendo? —escucharon que gritó una voz furiosa.

Los tres se sobresaltaron y, por instinto, los hombres se apresuraron a cubrir a su mujer.

—Pero... ¡qué diablos! ¿Qué haces aquí? —demandó Nate mirando furioso a Cynthia.

—Vine a buscarte y me encuentro con esto. ¿Quién es esa?

Un eterno amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora