Luego de almorzar, Nathan y Harmony regresaron a la casa y lo primero que la chica vio cuando abrieron la puerta fue su bicicleta

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Luego de almorzar, Nathan y Harmony regresaron a la casa y lo primero que la chica vio cuando abrieron la puerta fue su bicicleta. Con un grito, corrió hasta ella para revisarla.

—No lo puedo creer, Nate, ¿qué significa esto?

—Era una sorpresa, le pedí a un amigo que la llevara a arreglar.

—Es... ni siquiera sé qué decir, muchas gracias —soltó dejando salir algunas lágrimas.

Acercándose, él la atrajo a sus brazos y depositó un beso en su cabeza.

—No tienes que decir nada, la expresión en tu rostro me lo dice todo. Para mí es suficiente con verte feliz.


Josh llegó a la casa alrededor de las ocho de la noche y en lo único que pensaba era en tener a su chica.

—Hola, ya llegué —gritó cerrando la puerta, y su corazón palpitó cuando vio aparecer a Harmony corriendo.

Ella se lanzó a sus brazos y le rodeó la cintura con las piernas. El corto vestido de verano que estaba usando se levantó y su sexo, cubierto solo por la ropa interior, entró en contacto con su estómago, causándole una oleada de excitación que fue justo a su entrepierna.

—Te extrañé —le dijo pegando su boca a la de él.

—Y yo a ti, mi amor —respondió sin apartar los labios de los de su novia. Posando las manos en el trasero de su chica, caminó con ella en brazos, se dejó caer en el sofá y la acomodó a horcajadas en su regazo. Con los dedos le recorrió la piel desnuda de las piernas al tiempo que le devoraba la boca. Harmony separó los labios, permitiéndole introducir la lengua en ella. Recorrió cada rincón, disfrutando de por fin poder saciar su apetito reprimido durante todo el día. Cada hora transcurrida no hizo otra cosa que imaginarla en sus brazos mientras le hacía el amor. Deslizando las manos bajo la tela del vestido, comenzó a sacarlo por su cabeza y lo dejó caer a un lado. Sus labios trazaron un camino por su barbilla y su cuello hasta llegar al valle en medio de sus pechos. Con la lengua delineó el contorno de sus montículos cubiertos por el sujetador. Buscó el broche y liberando sus senos, los rosados pezones se alzaron erectos ante sus ojos sedientos de su atención. Él no dudó cuando bajó la cabeza y tomando uno en su boca, lo succionó. Ella se arqueó para acercarse más, sus manos aferrándole el cabello.

Nate los observó un momento apoyado en la baranda de las escaleras antes de girarse para subir y dejarlos solos.

—Nathan, ni se te ocurra marcharte —advirtió Josh sin soltar el pequeño montículo que sostenía entre sus dientes.

—Pensé que querías un momento a solas con ella, yo la tuve todo el día.

—Pero no le hiciste el amor. —Las palabras de su hermano no fueron una pregunta, Josh sabía que cuando se quedaban solos, Nate no hacía el amor con Harmony y necesitaba encontrar el momento para preguntarle por qué—. Ver aquí, que nuestra chica necesita a sus dos hombres, ¿no es así, mi amor?

Un eterno amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora