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El sonido de la risa de Harmony llegaba desde el pasillo

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El sonido de la risa de Harmony llegaba desde el pasillo. Nate la vio mientras hablaba con una anciana y una enfermera regordeta y con bigote. La noche anterior se había acostado pensando en su conversación con Josh y en cómo iban a conseguir que la chica no se asustara cuando le propusieran estar con los dos.

—Ese es un bueno sonido para escuchar por las mañanas —le susurró al oído cuando ella soltó una carcajada por algo que dijo la anciana.

La chica se estremeció y giró la cabeza, sus labios quedaron tan cerca que estuvo tentado a besarla.

—Nathan, hola —lo saludó apartándose un poco, aunque no le pasó desapercibida la forma como se quedó mirando su boca.

Sí, a Harmony podría gustarle Josh, pero también le gustaba él, lo que quería decir que iban por buen camino.

—Harmony, querida, no sabía que tenías un novio tan guapo —comentó la anciana.

—¿Qué? No... no, se equivoca señora Flanagan, Nathan no es mi novio, solo somos amigos.

—Por ahora —respondió él con una sonrisa coqueta que la confundió.

—Tú tienes que ser el hermano del doctor Henderson, te ves igual a él, al menos físicamente —comentó la enfermera fijándose en sus jeans desgastados y la camiseta negra de manga corta que dejaba al descubierto los tatuajes de sus brazos.

—Si te refieres a que soy el hermano guapo, entonces sí —comentó con una amplia sonrisa.

Las mujeres que se encontraban cerca —incluidas la enfermera Maggy, que era al menos veinte años mayor que Nate, y la señora Flanagan, que tenía edad para ser su abuela— suspiraron soñadoras ante el gesto.

—¿Puedo robarles a Harmony un rato? —preguntó aferrando la silla.

—Por supuesto, toda tuya —respondió la enfermera.

—Muchas gracias, les deseo un lindo día —se despidió sin apenas notar los corazones agitados que dejó atrás mientras las dos mujeres lo veían empujar la silla de la chica—. Te traje un regalo —le dijo a Harmony un momento después, depositando en su regazo un libro que ella no había notado que trajera, aunque tenía que reconocer que estaba demasiado ocupada viéndolo interactuar con sus compañeras de charla.

—Vaya, muchas gracias.

—Espero que te guste.

—Por supuesto que sí, soy fanática de los libros de fantasía, son mis favoritos.

—Entonces me alegra haber adivinado.

—No pensé que vinieras hoy —confesó Harmony.

—¿Por qué no? Te dije que vendría a visitarte de nuevo.

Un eterno amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora