Joshua salió del quirófano ocho horas después, agotado, pero satisfecho

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Joshua salió del quirófano ocho horas después, agotado, pero satisfecho. La cirugía se había complicado y estuvo a punto de perder a la paciente; por fortuna consiguió estabilizarla. En ese momento, ella se encontraba en la sala de recuperación y él, aún vestido con su ropa quirúrgica, se dirigía a darle parte a su familia. Luego de ponerlos al día, regresó a su casillero para buscar su ropa y cambiarse. Estaba ansioso por ver a Harmony, ya casi iba a anochecer y se suponía que iba a llevarla a casa. Buscó entre sus cosas el teléfono para ver la hora y se dio cuenta de que tenía varias llamadas perdidas de Mason, estaba a punto de devolvérselas, pero parecía que ese día todo conspiraba en su contra, porque escuchó los altavoces solicitándolo en urgencias. Con un suspiro exasperado, guardó de nuevo el teléfono y fue a ver qué sucedía. Otro accidente de auto, al menos esta vez no era tan grave, solo algunas fracturas, aun así, pasaron tres horas antes de que pudiera terminar con su turno, que para entonces ya cumplía doce horas.

Regresó a su consultorio y usó el baño para darse una ducha rápida y vestirse, luego salió rumbo a buscar a Harmony. De camino allí llamó a Nate para pedirle que fuera a reunirse con ellos, pero su hermano no respondió. Frunció el ceño, confundido, y estaba a punto de volver a marcar su número, cuando la pantalla se iluminó con el nombre de su amigo.

—Mase, ¿todo bien? Vi tus llamadas, pero estuve bastante ocupado hoy.

—Mierda, Josh, me he pasado todo el día intentando comunicarme contigo o con Nathan y ninguno aparecía.

Su amigo sonaba agitado y eso lo alarmó.

—¿Qué sucede?

—Aaron, él es lo que sucede.

—¿Papá se puso mal de nuevo? ¿Por qué nadie me avisó?

—Ojalá se hubiera puesto mal... Disculpa, no debí decir eso. Lo que sucede es que hoy se portó como un cabrón insensible con tu novia.

—¿Harmony? ¿Ella está bien?

El ascensor no parecía ir lo suficiente rápido y cuando las puertas por fin se abrieron Josh corrió por el pasillo en busca de su chica.

—Ahora mismo no lo sé, tú papá la echó de la clínica esta mañana.

—¿Qué? —preguntó deteniéndose.

—Lo siento, justo hoy se le ocurrió hacer alguna de sus estúpidas visitas de rutina y descubrió que ella estaba aquí y sin ningún motivo aparente, así que la obligó a irse, incluso amenazó con echarla con Seguridad.

—Hijo de puta —exclamó Josh sobresaltando a Mason, que nunca lo había visto perder la compostura.

—Ven a mi consultorio, ella me dejó su dirección.

—Voy para allá.

Regresando al ascensor, volvió a marcar el número de Nathan, una vez más este no respondió, así que intentó con el de la casa. Pasó lo que se le pareció una eternidad antes de que su hermano respondiera.

Un eterno amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora