Mientras veía algún aburrido programa de televisión y deseaba encontrarse en su casa, Harmony recordó que se había perdido dos de sus citas de los sábados con Dylan y que este debía estar preocupado

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Mientras veía algún aburrido programa de televisión y deseaba encontrarse en su casa, Harmony recordó que se había perdido dos de sus citas de los sábados con Dylan y que este debía estar preocupado. Su teléfono había desaparecido la noche del accidente y tenía la costumbre de no memorizar los números, por lo que no había podido comunicarse con nadie para decirles donde estaba. Necesitaba regresar a su hogar pronto, además de que no podía quedarse más tiempo allí, comenzaba a inquietarse en serio por cómo iba a pagar la cuenta.

La puerta se abrió y giró la cabeza, pensando que era la señora Flanagan, quien iba en las noches a conversar con ella, pero, en cambio, fue Joshua el que entró.

—Hola —la saludó el tiempo que cerraba la puerta.

A ella no se le pasó que le había puesto seguro. La chica lo estudió mientras se acercaba, había abandonado la bata de médico y vestía pantalón gris oscuro y camisa blanca con los primeros botones desabrochados, dejando a la vista una porción de su pecho.

—Hola, doctor Henderson.

—Llámame Joshua o Josh, por favor.

—Ese es un nombre muy bonito —dijo mirándolo a los ojos mientras se acercaba.

—Gracias, ¿cómo estás? —le preguntó acariciando su cabello.

—Un poco aburrida —respondió con sinceridad—, además de que estoy preocupada —confesó.

—¿Preocupada por qué? —indagó Josh llevando las caricias a su mejilla y bajando a su cuello.

—Porque... —se interrumpió cuando los dedos de él trazaron un camino desde su clavícula a su hombro.

—Dime, amor ¿por qué estás preocupada? —A Harmony le encantó el apelativo cariñoso.

—Porque llevo más de dos semanas aquí sin ninguna razón justificable y no sé cómo voy a pagar la cuenta, así que pensaba pedirte que me des de alta.

Él la estudió un momento sin abandonar sus caricias.

—Por eso no tienes que preocuparte.

—Claro que debo, mi sueldo es miserable, apenas si me alcanza para mis gastos, tengo unos ahorros, pero estos son para mis estudios, así que con tu permiso o sin él voy a irme.

—Harmony, basta, te dije que no tienes que preocuparte de la cuenta, yo me encargo de eso. En cuanto a irte, ¿cómo se supone que lo hagas? No tienes a nadie que te ayude.

—Me las arreglaré bien sola, no te preocupes por eso.

—¿Y si te digo que no quiero que te vayas? —preguntó Josh mirando sus labios.

—¿Po... por qué no?

—Porque si te vas no podré estar pendiente de ti ni verte cuando quiera y mucho menos hacer esto —dijo bajando la cabeza y apoderándose de la boca de la chica.

Un eterno amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora