El camino a casa fue una tentación para Nate, su hermano no dejó de tocar a Harmony y eso lo mantuvo con una dolorosa erección que no había disminuido desde el momento en que probó sus pechos. No supo cómo consiguió llegar y se preguntaba cómo haría para liberarse de la incomodidad que amenazaba con romper sus pantalones, si había aceptado no acostarse con ella todavía. Comenzaba a arrepentirse y a plantearse buscar la forma de penetrarla sin que se sintiera incómoda. Cuando detuvo el auto en la entrada, Harmony se inclinó para mirar el lugar con la boca abierta. Nate se bajó y corrió al otro lado para ayudar a su hermano, levantó a su chica en brazos y giró en dirección a la casa.

—¿Esta es su casa? —preguntó ella con voz entrecortada. Solo había estado unas pocas veces en Beverly Hill y eso fue solo para pasear y soñar con alguna vez poder comprar algo en las tiendas de Rodeo Drive, pero jamás imaginó que estaría en una de las casas.

—De nuevo el culpable es Nate —le respondió Joshua detrás.

—También es la casa de Josh, él vive aquí —dijo Nathan sintiéndose incómodo y dándole una mirada de advertencia a su hermano a la que el otro correspondió con una sonrisa.

Harmony dejó escapar un jadeo cuando estuvieron dentro, por un instante se sintió transportada a uno de esos programas de televisión que tanto le gustaba ver, donde enseñaban unas casas increíbles. Los hermanos la observaron mientras ella giraba la cabeza en todas las direcciones intentando atrapar más detalles de los que podía. La incomodidad anterior de Nathan respecto a su casa desapareció cuando vio la emoción reflejada en el rostro de su novia. Aquel lugar que alguna vez compró como un trofeo ahora era el hogar que le ofrecía a la chica que pretendía se convirtiera en el centro de su mundo. Josh le sonrió y le hizo un asentimiento, diciéndole que él pensaba lo mismo.

—¿Tienes hambre, nena? —le preguntó Nate.

Harmony recordó que no había comido nada desde esa mañana cuando desayunó con ellos.

—La verdad es que sí —confesó algo tímida.

—Bien, que tal si descansas mientras pedimos algo de comer, ¿qué quieres?

—No sé, lo que ustedes quieran.

—¿Qué opinas, Josh? —preguntó a su hermano sacando el teléfono.

—¿Amor, te gusta la comida china? —interrogó el aludido.

Harmony no pudo evitar la sensación de calidez cuando se dio cuenta que ellos la ponían siempre primero.

—Comida china está bien —aceptó—. Su casa es magnífica —le dijo a Josh mientras Nathan llamaba para hacer el pedido.

—En realidad esta no es mi casa, es solo de Nate, yo tengo un apartamento cerca de aquí.

—¿Te gusta codearte con los famosos? —preguntó la chica tomándolo por sorpresa.

—¿Qué? No, claro que no, es solo que me queda más cerca de la clínica.

—¿Así que no es cierto que vivas aquí como dijo Nate hace un rato? —interrogó Harmony con una nota de decepción en la voz.

Ella quería a los dos chicos juntos y si Josh estaba en otro lado no lo vería a menudo.

—Lo cierto es que sí vivo aquí, me mudé hace poco. Te lo había comentado ya, te dije que lo hice por ti.

—¿Por mí?

—Así es, ¿cómo crees que funcionaríamos nosotros tres si uno está en otra parte? —Mientras hablaba se acercó a ella y levantándola, la sentó en su regazo—. A Nate se le ocurrió que me mudara y eso fue lo que hice, así voy a tenerte todo el tiempo que quiera.

Un eterno amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora