Capítulo 2 | Cita con... ¿Quién dijiste?

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 La profesora de historia no deja de parlotear sobre vaya a saber qué

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 La profesora de historia no deja de parlotear sobre vaya a saber qué. Me muerdo el labio y pongo los ojos en blanco, fastidiada. A mi lado, Angela toma notas a toda velocidad. De vez en cuando alza la mano para que le expliquen algún hecho puntual, o ella misma añade algún detalle. La señora Martin está muy impresionada.

 Justo detrás, oigo que Donovan y Archie hablan y ríen en voz baja. Les han llamado la atención en incontables ocasiones, pero no desisten. Probablemente acaben en detención. Al parecer comenzaron a pasarse perfiles de chicas en Instagram que consideran que "están buenas" y sólo oigo como babean por ellas. Ya me estoy irritando... No dicen nada fuera de lugar exactamente —en realidad, hacen bromas sobre sí mismos acerca de que nunca recibirían atención de alguien así, mayormente—, pero me molesta todo el asunto de la... ¿cosificación? Sí, creo que esa es la palabra. Me giro, dispuesta a decírselos.

 —¿Por qué dicen babosadas? Hablan de ellas como si fuesen trofeos —les recrimino. Archie ríe, Donovan me toma un poco más en serio—. Sobre todo, tú —señalo a mi amigo pelirrojo—. Tienes novia.

 —Sólo bromeamos, Bai —dice Archie—. Como si tú no hicieras lo mismo con Sam. ¿Que seamos chicos quienes lo hacemos lo vuelve algo malo?

 No pretendía ofenderte. Y con Stella nos parece bien mirar, ella también me muestra los chicos que le gustan —me cuenta Donovan, pasándose una mano por el pelo—. Sabes que no diría nada que resultara inapropiado en otro contexto.

 Me giro, suspirando. Es imposible no cavilar y comenzar a reflexionar acerca de nuestros dichos, acciones y actitudes. Archibald y Donovan estaban siendo partícipes de una conversación entre amigos que podría ofender a algunas personas, es cierto, pero es la clase de charla que se mantendría en un ámbito privado y no sería mencionada en momentos serios —al menos, no de parte de Donnie—.

 Si bien a mí no me agrada la idea de que parloteen así acerca de otras chicas, es verdad que esos comentarios al pasar, más que del hecho en sí, hablan sobre mi sensibilidad a flor de piel. Me frustra darle tantas vueltas al asunto y me pregunto si estaré exagerando. A veces me resulta complicado diferenciar los matices entre lo correcto y lo que no, pero en una sociedad en constante evolución, los cimientos no están ni claros ni establecidos del todo.

 Decido usar mi celular para dejar de dar vueltas —y porque la clase aburre—, y me paso a ver las historias de Sam. Es tan lindo. Afortunada de Angie cuando la invite a salir.

 No es hasta que noto la sombra frente a mi escritorio y Angela me da un codazo, que veo a la señora Martin adelante mío. Extiende la mano para que le entregue el celular y me envía a detención. Aparentemente estuvo llamándome y no respondí. ¡Qué injusto! Pensar que Donnie y Archie estuvieron haciendo tonterías toda la clase y los regañó una y otra vez sin enviarlos fuera.

 Después de recoger mis cosas llego al salón de detención. No estuve aquí muchas veces, así que no estoy familiarizada. Me siento en un banco libre cerca de la ventana y saco un libro de mi mochila. Estoy leyendo una novela sobre un chico de aura misteriosa y el mal genio que lo caracteriza. Me tiene completamente enamorada. No estaría con alguien así en la realidad, pero la ficción nos permite fantasear y dejar volar la imaginación... Suelto un suspiro sin darme cuenta. Todos los presentes, con piercings, tatuajes y mochilas llenas de parches me miran extrañados. Uno de ellos acerca su banco al mío y me pregunta qué hago aquí. Decido presentarme, al menos podré hablar con alguien en este sitio tan aburrido.

En pocas palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora