Capítulo 7 | Sube y baja emocional

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 China y yo pasamos la semana entera ensayando

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 China y yo pasamos la semana entera ensayando. Han sido días bastante intensos. No soy la mejor estudiante, y mis padres amenazan con hacerme dejar el equipo de animadoras si no mejoro mis calificaciones: por eso, hago malabares intentando estudiar, no faltar a las prácticas, y ayudar a mi amiga. Para la hora de la cena, estoy demasiado cansada.

 —¿Todo bien, amor? —pregunta papá mientras comemos, poniendo su mano sobre la mía. Alzo la vista, distraída.

 Mi padre es un hombre de mediana edad que siempre se ha caracterizado por ser una persona bastante introvertida. No es que sea tímido o no sepa relacionarse con los demás. De hecho, tiene un grupo de amigos bastante grande. Sin embargo, suele ser sarcástico al hablar y, a la vez, poco dado a la charla. Hay muchos matices intermedios que hacen que me resulte imposible definirlo con claridad.

 Observo atentamente su expresión y me siento mal por él. Sus ojeras delatan lo cansado que se siente, puedo verlo a través de sus gafas. Además, entre su melena castaña, comienzan a hacer aparición algunas canas.

 Es increíble como el dinero puede afectar tanto el ambiente. Mi madre tiene los labios apretados en una fina línea permanentemente. A veces, la veo sentada en un pequeño escritorio que tenemos en la sala, haciendo cuentas y tomando notas. Parece estar siempre igual de preocupada que él.

 Si bien las cosas no van de lo mejor entre ellos últimamente, no es que haya algo que se me esté escapando y no pueda ver. Sé que no van a divorciarse, ni tampoco es que no se quieran o algo así. Es sólo que el asunto del dinero los está consumiendo y no saben muy bien cómo hacerle frente. Por eso, tomé una decisión durante la semana.

 —Sí, papá. Todo está bien. ¿Por qué?

 —Te noto distraída últimamente —asegura, suspicaz.

 No podría culparlo. Entre el asunto con mis amigos, los problemas económicos, el video filtrado, las audiciones, las porristas, y materias imposibles como álgebra, siento que mi cabeza podría estallar en cualquier momento.

 —Tengo demasiadas cosas que hacer, las anteriores y las que se vienen son semanas intensas —opto por decir la verdad sin ahondar demasiado en el tema.

 —Hazlo lo mejor que puedas, cariño. Pero tampoco te exijas a ti misma más de lo que puedes dar —me consuela mi madre. Omito quejarme que parte de esto tiene que ver con la amenaza de ambos respecto a mis calificaciones. Es una pelea innecesaria que sé que no voy a ganar.

 —Gracias, mamá —respondo finalmente con una pequeña sonrisa—. Bueno, buen provecho.

 —Espera —interrumpe ella mientras me levanto—. ¿No vas a terminarte tu plato?

 Niego con la cabeza, no me apetece demasiado. Comienzo a irme.

 —Pues qué lástima —continúa ella con una sonrisa pícara—, porque hoy sí hay postre.

En pocas palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora