Capítulos 34 | Cada acción tiene su consecuencia

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  Llego apenas dos minutos demorada al gimnasio

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  Llego apenas dos minutos demorada al gimnasio. Mis compañeros de clase se abrazan eufóricos, de modo que es evidente que West High ha ganado el partido. Por su parte, las animadoras canturrean una melodía en victoria.

 Los Bulls de Aiden lucen muy enojados. Su capitán, a diferencia del resto, no parece muy preocupado por el resultado del partido. Se limita a intercambiar palabras con Rousseau, que vino a verlo.

 "No puedes ordeñar éstas" gritan los chicos del South a los Riders, quienes no parecen interesados en la sana competencia y se burlan abiertamente de sus rivales recién derrotados. Debo admitir que el lema de esos muchachos es genial, tiene personalidad. Según me han informado algunos de mis amigos, hace referencia al personaje de un juego de ordenador.

 Busco a Stella con la mirada, pero ella me encuentra primero. Hace una seña, como preguntando si es el momento, a lo que asiento disimuladamente. Rayder me alcanza, y pretende ofrecerme un consuelo —o quizá una explicación—.

 —Olvídate de Bruce, Bailey. No lo necesitas. Sólo dame una oportunidad —ruega, poniéndome una de sus manos en la mejilla.

 Kim llega junto a nosotros enseguida, haciendo que él se aparte, confundido, y nos mire a ambas con suspicacia.

 —Se acabó tu juego, Rayder —sentencia su ex maliciosamente. El chico parece comprenderlo todo y aprieta los labios en una fina línea.

 De repente, las pantallas del gimnasio proyectan algunos chats del joven punk, donde habla sobre mí con un incontenido resentimiento. Se saltean, de forma censurada en su totalidad, las imágenes de la chica que se me parece. Obra de Stella. Esto evidencia, además, que estaba siéndole infiel a Kimmy.

 Por los parlantes, se reproducen aquellos audios que comparte con su mejor amigo, donde asegura que voy a arrepentirme —aunque nada personal—, de haberlo escogido a él por encima suyo. Si en alguno se menciona a Bruce directamente, mi amiga se ocupa de omitirlo ante el público, lo cual agradezco.

 Miro de reojo al grupo de animadoras, donde Angie luce satisfecha y a Elina parece que están por salírsele los ojos de las órbitas. Creo que esta humillación pública hacia otra persona le provoca un orgasmo visual.

 Todos los presentes están impactados por lo que acaban de ver, y de repente los aparatos se apagan, seguramente por obra de los directivos.

 —Espero que, en el futuro, consideres ser mejor persona —digo al chico que fue mi amigo todos estos meses a modo de despedida. No quiero volver a interactuar con él.

 Quizá nada pueda hacer por la chica que Rayder expuso, pero al menos su identidad está a salvo. Pensaban que era yo, pero ahora nadie sabe quién es.

 Salgo a toda velocidad del gimnasio, pues se supone que nadie debe verme y no falta mucho para la aglomeración de personas que van a salir. Sin embargo, cuando estoy a punto de perderme, oigo que alguien me llama. Negan Schizard está al pie de las escaleras.

En pocas palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora