Capítulo 40 | Camino a Devon

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 Durante la noche apenas si puedo pegar un ojo

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 Durante la noche apenas si puedo pegar un ojo. ¡Hoy es el día! Las vacaciones en Devon sobre las cuales he fantaseado desde hace tiempo finalmente tendrán lugar. Me siento ridículamente emocionada, como si fuera una niña pequeña. ¡Pero es que vamos! No todos los días se tiene la oportunidad de viajar. Menos aún de ir con amigos.

 —¿Tienes todo listo? —pregunta mamá, recostada sobre el marco de la puerta. Se la ve somnolienta, aún tiene su bata puesta.

 Son las cuatro de la mañana. Donovan quedó en pasar por casa a las cinco para salir. Dice que hay menos tráfico, o algo así. Además, en teoría deberíamos estar llegando a eso de las diez, lo que nos da tiempo a disfrutar el primer día como es debido.

 Angela insistió durante varios días para que me haga una lista de cosas que no tengo que olvidar. La organización no es uno de mis fuertes, así que paso de su sabiduría y me encargo de todo con mi memoria. Buen ejercicio mental, ¿eh?

 —Eso creo. Tengo el celular, mis documentos y ropa. Lo esencial está listo —afirmo, levantando el pulgar en su dirección.

 —¿Cargador? ¿Artículos de aseo? ¿Dinero?

 —Eh... Por supuesto —respondo mientras rebusco en mis cajones las cosas que ha mencionado. De más está aclarar que no están listas.

 —Iré a preparar el desayuno mientras revisas tu equipaje. Y cuando termines, ven a la cocina. Me gustaría que habláramos de algo.

 Esta mujer quiere matarme. No puede decir eso sin que me ponga nerviosa. ¿No podía esperar que vaya directamente a desayunar para soltarlo? Me ahorraría el miedo previo.

 Una vez que tengo todo preparado, sigo el aroma del pan caliente y me siento con mi madre. La radio está prendida, aunque tiene el volumen bajo. El apartado del clima anuncia que este será un día de sol. De momento, todo sigue oscuro afuera. Aún no amanece.

 —¿Qué querías decirme, mamá?

 Mi progenitora se acerca, confidente. Presiento que lo que sea que vaya a manifestar será incómodo. Dios me libre y me guarde.

 —Bailey, tu padre y yo permitimos que viajes con tus amigos porque confiamos en ti. Eso quiere decir que esperamos que seas responsable con ciertos asuntos —Ay, no. Ya sé hacia dónde va esto—. Entiendo que estás en una edad donde los adolescentes quieren experimentar y tal...

 —Mamá —la corto, avergonzada—. No tenemos que hablar de esto. Ya me has dado la charla hace tiempo.

 —Sé que Donovan está con Stella, pero también me contaste que irá otro chico más...

 La risa sale antes de poder controlarla. Son los nervios. Maldición. Reír en este momento hace que mi madre me observe, suspicaz. ¿Cómo explicarle a esta mujer que Bruce no se me acercaría ni con una vara? Sin embargo, entiende todo al revés.

En pocas palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora