Capítulo 3 | Inscribiendo a China

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 Angie me pidió esta mañana, durante el período de clase, si podía llevarle a su lección de ballet de la tarde la ropa que me prestó la semana pasada, así que allí me dirijo

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 Angie me pidió esta mañana, durante el período de clase, si podía llevarle a su lección de ballet de la tarde la ropa que me prestó la semana pasada, así que allí me dirijo. Es el momento oportuno, además, para inscribir a China a las audiciones para la apertura y cierre del festival.

 Las canciones de Meghan Trainor me tienen obsesionada. Siento que va muy bien con mi onda, no puedo evitar verme reflejada. Es por eso que no dejan de sonar en mis auriculares mientras camino hacia allá.

 Al llegar al enorme edificio no puedo sino admirarlo. Es uno de los institutos artísticos más prestigiosos de la ciudad, dan clases de montones de disciplinas. Angela espera en las escalinatas de la entrada. Me saluda y agradece que le haya llevado las prendas, y se disculpa en caso de que me haya supuesto algún contratiempo. Le resto importancia con la mano.

 —De hecho, aquí tenía que venir. Voy a inscribir a mi amiga China (la que te mencioné, ¿recuerdas?) a las audiciones para "El festival de la muerte" —le cuento. Ella se cruza de brazos y enarca una ceja.

 —¿Se atreverá? —me encojo de hombros.

 —En realidad no lo sé. Pero no quiero dejarle otra opción. Tiene un talento que desperdiciará si no lo da a conocer.

 —No puedes obligarla.

 —Pero sí darle este pequeño empujón. No seas aguafiestas, Angie.

 Mi amiga se encoge de hombros y procede a guiarme por el interior de la institución al salón de admisiones. Me da un breve recorrido y no puedo evitar detenerme en todos los tablones de anuncios. Hay muchas novedades y cosas interesantes para ver. Es una pena saber que jamás podré costearme alguna actividad en un lugar así. Al menos, no por el momento. No quiero ser tan negativa.

 Cuando llegamos al lugar, hablo con la recepcionista para decirle que vengo a inscribirme al "Festival de la muerte". Bueno, a las audiciones. Se entiende. Ella me extiende un formulario y lo lleno como si fuese China.

 —¿Por qué no te anotas también? Y le das algo de apoyo moral. Por lo que me cuentas, es bastante tímida. —¡Angela tiene razón! No sé cómo no se me ocurrió antes. Pido un formulario extra, fingiendo que será Angie quien se anotará, y escribo mis datos. ¡Listo! Ahora China no podrá enojarse conmigo porque haré el ridículo y la dejaré mejor parada. Ya quisiera yo tener una amiga como mí misma, modestias aparte. En fin, mejor prepararla y que se haga a la idea con tiempo, así que iré por ella ahora. Me despido de mi mejor amiga, quien está por empezar su clase, y me dirijo hacia su casa.

 El día está precioso. Los rayos del sol iluminan con tanto ímpetu que, al pasar por una acera cuyas baldosas son claras, me veo encandilada. Opto por tomar el camino del parque. Tenía pensado ir por el de tiendas, pero el paisaje vale más. Si hay algo que me gusta mucho es el verde, sobre todo en cuanto a lo que representa: la naturaleza en general.

En pocas palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora