Dos meses después...
Era la tercera vez en el día que vomitaba. Seguro los mariscos de la noche anterior me habían caído pesados. Sabía que no era buena idea comer mariscos en la noche. Mi estómago estaba revuelto, y no tenía apetito. Solo de pensar en mariscos me hacía querer vomitar de nuevo.
-A mí no cayeron pesados- me dice Cecil cuando salgo del baño -¿estas segura que fueron los mariscos?-
-No pudo haber sido nada más. En el desayuno solo comí una barra nutritiva y un batido de fresa. En el almuerzo solo tome una sopa, y en la cena los mariscos- me lavo la boca en el fregadero –y hoy apenas y he comido. Desde que me levante me he sentido con nauseas-
Cecil se rasca la cabeza, y se muerde el labio. Tiene una mirada afligida, y sé que lo que está pensando no es algo bueno.
-¿Piensas que tengo algo grave?- le pregunto preocupada.
Ella abre la boca, pero antes de hablar, mira si las cabinas de los baños están solas.
-No quiero preocuparte Josie, pero...-vuelve a morderse el labio –cuando mi hermana quedo embarazada, tenía tus mismos síntomas-
Una gota helada de sudor me recorre la espalda, y comienzo a sentirme mareada de nuevo.
-Tienes que descartarlo Josie, es solo una suposición-
Entre el caos que es mi mente, intento recordar la última vez que tuve mi periodo, pero ya que soy irregular, no sabría decirlo con certeza.
Otras chicas entran al baño, y Cecil y yo nos quedamos en silencio.
Luego de la práctica, Cecil, Ana y yo vamos a la farmacia por una prueba de embarazo.
Mis piernas tiemblan como gelatina mientras camino hasta la farmacia. Me muerdo el labio interno tan fuerte, que sé que está sangrando. Pero no hay nada más que apacigüe mis nervios más que sentir dolor.
Vamos a mi apartamento luego de comprar la prueba. La bolsa entre mis dedos se siente como si fuera una bomba de tiempo a punto de explotar.
Al llegar a casa, no voy directo al baño hacer la prueba. Me tomo mi tiempo, caminado de lado a lado, pensando en qué diablos voy hacer si la prueba resulta ser positiva.
-Josie- me dice Cecil, deteniéndome de caminar como desquiciada –puedes darlo en adopción, hay millones de mujeres que quieren tener un hijo, y no pueden hacerlo- la seguridad con la Cecil me lo dice, me hace pensar que ella está segura que estoy embaraza –no te castigues, calmante, y lo resolveremos-
Ana asiente, y me abraza.
Luego de un par de horas, entro al baño y tomo la prueba.
Me quedo sentada en la taza del baño, mientras espero a que la prueba de su resultado.
Recuerdo esa noche, y no puedo recodar si Lucas ocupo condón, ambos estábamos tan pasados de copa, que seguro a ninguno le importo la protección.
Antes de incluso ver la respuesta, puedo presentirlo. Me pongo a llorar, liberando enormes sollozos. Las chicas entran al baño cuando me escuchan llorar. Es Ana quien mira la prueba, y la por expresión en su rostro, sé que es positiva.
-Oh, mierda- digo en un lamento cuando me doy cuenta de la realidad. De que eso error que pensé dejar en el pasado, ahora estaba evidenciándose en mi vientre, y sería muy notoria dentro de ocho meses.
-¿Qué diablos voy hacer?- mis amigas se sientan a mi lado y me abrazan -¿Qué diablos voy hacer?-
Ana y Cecil intentaron consolarme, y yo intente aparentar que sus palabras me consolaban, pero estaba devastada. En mis planes no estaba embarazarme a los veintitrés, de un completo desconocido, por una noche de copas, debido a mi estúpida cólera por Fharina.
Me puse a pensar en Fharina y en su buena vida, y en la suerte que tenia de no ser la chica embaraza de un desconocido, por el desliz de una noche.
Me sentía como la mayor estúpida de todas, la reina de las tontas. Pero incluso aunque me llamara idiota-estúpida-tonta, no cambiaba el hecho de que estaba embarazada.
Las chicas se habían quedado a dormir, y cuando las dos cayeron profundas en mi cama. Me levante y decidí llamar a mamá. Sabía que seguiría despierta, ya que estaba obsesionada con una novela turca, y se quedaba hasta alta horas de la noche mirándola.
Mamá contesto al segundo tono.
-¿Hola?- pregunta mamá con el tono de voz preocupado, seguro porque la llamaban a estas altas horas de la noche.
-Mamá...- mamá comenzó a balbucear preocupada preguntándome que era lo que me sucedió –mamá estoy bien, cálmate- le dije sobre su voz alterada –mamá, es solo que...- me quede a media oración.
-Josie, estas preocupándome, ¿segura que estas bien?-
Le deje ir la noticia sin más.
-Estoy embarazada- la línea se quedó en silencio, y solo escuchaba a la lejanía la televisión.
-Linda...-dijo mamá pausado -¿es una broma?- ríe nerviosa.
-No mamá, de verdad, estoy embarazada- las lágrimas vuelven a rodar de mis ojos.
-Es del chico del que me hablaste, Lucas ¿no?-
Me trago los sollozos de mi garganta, y me limpio las lágrimas.
-Si mamá, es de Lucas. Solo que...-suspiro y dejo salir el aire –realmente no conozco cuál es su nombre, me acosté con él una noche en la que estaba muy borracha, y esa fue la última vez que lo vi- logro decirle todo eso sin que se me quiebre la voz.
Mamá también suspira, y parecer batallar con las palabras.
-Mamá, ¿Qué voy hacer?- estaba vez no detengo el llanto, y lloro –no puedo tener un bebé, no estoy preparada-
Mamá suspira, silencia la televisión, y me habla dulcemente.
-Linda, nadie nace aprendido a ser un padre, sé que estas abrumada, te entiendo, pero lo que debes hacer es calmarte, asimilarlo, y...- mamá vuelve a suspirar –y aceptarlo, un hijo no es un mal, así que, vendrán días de incertidumbre, pero todo estará bien, yo estoy aquí para apoyarte-
Le agradezco a mamá, y dejo que me consuele. Pero en mis adentros estoy tan furiosa. Furiosa conmigo misma, con el tonto tipo de ojos verdes, y con el menos culpable dentro de todo este embrollo. El pobre bebé, que segura apenas y es del tamaño de un frijol dentro de mi vientre.
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El verde de tus ojos
RomantikJosie Lisboa nunca se imagino que su vida daría un giro de trecientos sesenta grados, la noche en la que decidió pasarse de copas con sus amigas. Al día siguiente, despierta completamente desnuda en los brazos de un desconocido. Josie deja atrás ese...