Al día siguiente estoy emocionada de que Matías este junto a mí para la ecografía.
La trabajadora del centro de adopción también vendrá conmigo para ver el progreso del bebé.
Llegó a la clínica antes de las tres. Ya hay más mamás en la sala de espera. Unas tienen el mismo ancho de panza que yo, y otras están enormes, apuntó de explotar.
Veo a la trabajadora del centro de adopción entrar a la clínica.
-Hola Josie, ¿cómo va todo?- me pregunta con una sonrisa.
-Bien. Hasta ahora no me ha dado ningún susto-
-Me alegra mucho, ¿Seremos sólo tú y yo?-
-No, Matías también vendrá-
Le había contado de mi situación con Matías a la trabajadora social, y por un momento ella pensó que nos quedaríamos con el bebé. Pero le ratifique mi decisión, y le dije que lo de la adopción aún seguía en pie.
-Me alegro- me dice ella con júbilo.
Los minutos pasan, y Matías no aparece ni llama.
Nunca me ha gustado insistirle a los demás y hostigarlos con llamadas. Pero sé que Matías no me dejaría plantada. Temo que le haya pasado algo, así que decido llamarlo.
El timbre suena tres veces y luego hay respuesta
–Hola- es la voz de una mujer.
-Hola, ¿Y Matías?- no me importa sonar cortante.
-Está ocupado, ¿desea dejar un mensaje?-
La mujer en el otro lado de la bocina suena demasiado casual para ser solo de trabajo.
-No, gracias- cuelgo la llamada.
-Josie Lisboa- llaman mi nombre para pasar a mi ecografía.
-¿No esperaras al papá?- me pregunta la trabajadora social.
-El no será el papá- digo en tono glacial -y no, no vendrá-
La trabajadora social prefiere no preguntar nada más y me sigue a la sala.
Durante la ecografía no puedo dejar de pensar en el idiota de Matías. Es igual a todos, un mentiroso mujeriego.
Sin embargo mi humor cambia un poco cuando escucho el latido del corazón del bebé. Ahora puedo distinguirlo mejor.
-Sus latidos están normales- dice la doctora -mira aquí- miró hacia donde la doctora señala -estos son sus brazos y estas sus piernas, ¿Lo ves?- asiento fascinada de ver el ser dentro de mí -vamos a tomarle la foto del quinto mes-
Luego de firmar mi asistencia, Elisa, la trabajadora social, se ofrece a llevarme a casa.
-Es posible que los visite la otra semana, para poder mostrarles el perfil de potenciales padres-asiento -No juzgues tan rápido a Matías. Estoy segura que tiene una buena explicación del porqué no vino-
-Claro- me bajo del auto -que te vaya bien Elisa-
Subo hasta el apartamento, y me dirijo directo al cuarto.
Tengo tanta rabia con Matías, que me quedo dormida al instante, con mis manos hechas puños.
Las llamadas de Matías comienzan una hora después que he llegado al apartamento. Desvío todas las llamadas al buzón.
Cuando chequeo el número de llamada de Matías al despertarme, hay un total de ocho. Aun así no le correspondo.
Aún estoy dentro del cuarto cuando lo escuchó llegar.
-¿Josie?- toca la puerta -¿puedes abrirme? Voy a explicarte lo que sucedió-
No me muevo ni un centímetro de la cama.
-Josie sé que estas molesta, pero tuve que quedarme en la oficina porque tuvimos una reunión muy importante, y no me dejaron salir a traer mi celular. Lo tenía cargando en mi oficina-
Los hombres no son para nada ingeniosos en sus mentiras.
-Perdón, de verdad quería estar allí contigo-
Una sola lágrima roda por mi ojo y la limpió no permitiendo que lo que diga Matías me afecte.
Tengo hambre, y es la única razón por la que saldré afuera.
-Josie...- abro la puerta de golpe antes de que golpe de nuevo -créeme...-
Lo corto a mita de su oración.
-Matías no debes por que justificarte conmigo, me molesta saber que no apareciste cuando prometiste que lo harías, pero entiendo que tiene otras cosas de las que encargarte-
Me doy la vuelta si esperar una respuesta.
Matías me sigue hasta la cocina.
-Mereces una explicación, tú y yo...-
Me volteó de nuevo hacia él.
-No hay un tú y yo, Matías- él me mira con una expresión de pesar en su rostro -No lo hay. Si estamos juntos es por este bebé. No más. De ahora en adelante creo que sería mejor si cada uno está por su cuenta. Nada de dormir juntos o cosas así-
Matías baja la mirada y sé que está dolido. Y era lo que yo quería, hacerlo sentir mal.
Me preparo una avena y regresó al cuarto. Aunque no tengo hambre, debo comer, ya que el bebé si debe tenerlo.
-Lo siento bebé- casi se me quiebra la voz -estoy un poco deprimida, pero se me pasará, lo prometo-
Me termino la avena, y luego decido dormir.
La cama se siente tan vacía sin Matías, y mi cuerpo se siente demasiado frío sin su calor.
Esta será una larga noche.
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El verde de tus ojos
RomantikJosie Lisboa nunca se imagino que su vida daría un giro de trecientos sesenta grados, la noche en la que decidió pasarse de copas con sus amigas. Al día siguiente, despierta completamente desnuda en los brazos de un desconocido. Josie deja atrás ese...