Despierto sintiéndome satisfecha.
Elevo mis brazos sobre la cama, y los estiro lo más que puedo. Busco con mis manos el cuerpo de Matías, pero no lo encuentro, lo que me hace abrir los ojos de golpe.
-Aquí estoy- escucho la grave, y dulce voz de Matías. Esta sentado en sillón de cuero que está en su cuarto, junto a la cama.
-Bueno días- le digo con una enorme sonrisa.
Ahora que me he despertado por completo, noto la expresión de pesar en los ojos de Matías, la ventana de su alma, que nunca miente.
-¿Estas mejor?- le pregunto.
Él asiente, pero noto que algo lo preocupa. Lo que me hace preocuparme a mí.
-¿Sucedió algo anoche?- me levanto de la cama, y camino hacia él.
Tengo puesta mi bata de dormir, que supongo Matías me puso.
-Lo siento- me dice antes de que me acerque a él –por lo de anoche- su voz esta afligida.
Sonrió desconcertada sin saber a qué se refiere.
-¿Por qué de anoche?- le pregunto desconcertada.
Matías arruga en el entrecejo, y me mira con pesar.
-No tuve por qué haber sido tan duro, quizá te lastime....-
Me siento en su regazo, y le doy un beso en los labios antes que siga con su autocastigo.
-Fue sensacional Matías, y no me hiciste daño, en lo absoluto- Matías no deja de ceñir el ceño preocupado. Le doy besos por toda la cara, hasta terminar en su labios –esto me ayuda Matías, cuando tenemos sexo, mi pared pélvica se expande, lo que hace que el bebé salga más fácil- sé que lo que le acabo de explicar no es para nada sexy, pero es la verdad.
Matías parece relajarse. Lleva su mano hasta mi barriga, y le da un beso.
-Buenos días bebé- el bebé patea -¿tienes hambre?-
-Si- respondo por el bebé –huevos revueltos, salsa de tomate y plátanos fritos-
-Hecho- Matías me da un beso en los labios -¿de verdad estas bien?-
-Me encantaría poder describirte el hermosa y prolongado orgasmo que tuve anoche, pero con palabras, me quedo muy corta- Matías sonríe –no me lastimaste, para nada-
-Me alegro. Estaba muerto de la preocupación- vuelve a darme un beso en los labios –vamos a prepararte ese desayuno-
En este intimo momento que hemos vivido, me puedo dar cuenta de algo que temía sucedería.
Mientras miro a Matías preparar el desayuno, y hablarme de su vida, me doy cuenta lo mucho que me gusta Matías, y no por lástima o cariño, si no por el simple hecho de que él es él, tanto, que quiero protegerlo de cualquiera de sus insensibles familiares y encerrarlo en mi corazón.
<<Podemos ser amigos después de todo esto, ¿no?>>
Necesito para esto.
Es ya el octavo mes, y ahora que lo que resulta difícil, no es el embarazo, sino, el que pronto tendré que despedirme de Matías, para siempre.
Hace semanas he venido dándole vueltas y vueltas a mi cabeza de cómo decirle a Matías que me marcho del apartamento, que esto fue una mala idea. Y Matías no parece ayudarme, ya que desde la muerte de su papá, se ha abierto más conmigo y me ha hecho saber cómo se siente. Es difícil no amarlo, es un hombre sensible, pero a la vez valiente.
Me cuenta cosas de las que no creí un padre fuera capaz de hacer. Me habla de su madre, y por como habla de ella, noto que la ama mucho. Ella también. Sufrió como Matías, ya que su padre también abuso de ella, no físicamente, pero si verbalmente.
-Nunca me gustó culpar a mi padre de mis acciones, al contrario, agradecí haber tenido una casa y comida-
Estamos en el cuarto acostados cara a cara.
Me gusta escucharlo hablar, ya que antes, rara vez hablaba de él.
-La gente solía decir que yo sería como mamá- le haga saber a Matías -siempre repetían de tal palo tal astilla-
La gente siempre decía que yo correría la suerte de mamá. Que embarazaría joven, y que viviría mi vida alocadamente, de cama en cama.
-Me enojaba tanto. No sólo porque pensaran en eso de mí, si también de mamá. Me enojaba tanto con mamá cuando dejaba que la gente se riera de ella-
Aún recuerdo al último novio que conocí de mamá, que solía decirme que no esperaba el momento de que lo dejara jugar conmigo.
-Yo nunca fui una chica de fiestas. Era aplicada en todas mis materias y rara vez tomaba alcohol. Tuve el mismo novio durante tres años. Le quise demostrar a demás lo equivocados que estaban-
Matías acaricia mi cabello. Sonrió. Sabe lo mucho que me gusta que acarician mi cabello.
-Los hijos suelen culpar muchas veces a sus padres por como son, pero yo creo que eso es sólo una excusa, para justificar su mal comportamiento-
-Yo también lo creo- me dice Matías -somos las decisiones que tomamos- asiento.
Aunque esté hablando con Matías, no puedo dejar de pensar que tengo que decirle adiós muy pronto. Y sin siquiera pensarlo comienzo a llorar, casi inconscientemente.
-¿Qué sucede Josie?- Matías arruga su entrecejo preocupado.
-Es que amo mucho a mi mamá- miento.
Amo a mi mamá, pero no lloro por eso, si no por Matías.
Matías me atrae a su pecho y me abraza.
-No llores Josie, todo está bien. Tal y como tú me dijiste, deja que la gente hable, lo que importa es lo que tu sientas- lloro más.
Mientras Matías me consuela, pienso en la afortunada mujer que tendrá la dicha de ser consolada por Matías, quien será la mujer que podrá besarlo, y abrazarlo y acariciado.
Lloro más y más fuerte.
-Josie, no te pongas triste. ¿Quieres ver a tu mamá? Porque no vamos el otro fin de semana-
-No, se me pasará- limpió las lágrimas y me aferró fuerte al cuerpo de Matías.
Nos quedamos en silencio un largo rato. Matías acaricia mi cabello y a veces me da un beso en la coronilla.
Debo de decirle a Matías que paremos de jugar a la pareja de casados. Si dejo que esto siga, mi amor por el crecerá.
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El verde de tus ojos
RomansaJosie Lisboa nunca se imagino que su vida daría un giro de trecientos sesenta grados, la noche en la que decidió pasarse de copas con sus amigas. Al día siguiente, despierta completamente desnuda en los brazos de un desconocido. Josie deja atrás ese...