Capitulo 14

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Matías viene por mí el domingo en la tarde.

Me recibe con una enorme sonrisa, me contagio de ella, y también le sonrió, aceptando el hecho de que lo he extrañado este fin de semana.

-Cuídate mucho Josie, sabes que cuentas con nosotras para cualquier cosa- me hace saber Cecil.

-Adiós Josie- Ana me da un enorme abrazo -Monitoreare como te va con el bebé- le regreso el abrazo a Ana y me despido.

Matías se despide de las chicas, y sube al auto.

-¿Qué tal el fin de semana?- me pregunta Matías.

-Divertido. Aunque me regañaron- digo haciendo un puchero involuntario. Odio hacer pucheros.

-¿Por qué?- pregunta Matías divertido al ver la expresión de mi rostro.

Suspiro, queriendo que Matías me diga que lo que he hecho no ha estado mal.

-Por no darle amor al bebé-

Matías sonríe, pero sé que es fingida. Me asegura que todo está bien, y luego mira al frente sin expresar nada más.

-Tú también lo piensas, ¿verdad?-

He vivido ya lo suficiente con Matías como para saber interpretar su silencio.

Él sólo niega y me sonríe.

-Prometimos ser sinceros- le recuerdo -y decir todo aquello que no nos agradaba uno del otro-

Matías duda por un momento si decir lo que piensa, o seguir con el silencio. Pero al final se decide por hablar.

-Josie yo sólo pienso, que quizá, sería bueno darle un poco de aprecio- veo como su mandíbula se tensa, y sujeta con fuerza el timón del auto -conozco el rechazo, y no se lo deseo a nadie, muchos menos a un ser que aún no ha nacido-

Me muerdo la lengua para evitar decir algo hiriente. No me gusta que la gente me haga ver mis faltas, muchos menos que me las hagan ver dos veces. Así que me quedo callada.

Llegamos a la casa.

Aún no he hablado con Matías, y él tampoco me ha dirigido la palabra. Creo que sabe que estoy molesta. Él es un tipo observador, nada se le pasa por alto.

-Voy a darme una ducha- le hago saber.

-Preparare la cena, ¿Huevo y tocino?- solo asiento con la cabeza.

Entro al baño y me miró en el espejo.

Sé que muchas veces soy una persona hiriente y muy orgullosa. Sé que aunque yo tengo la culpa en muchas ocasiones de molestar a la gente, prefiero que sean ellos quien me pida perdón, a pesar de ser yo quien los ofende o molesta.

No me dolió tanto que Cecil me hiciera ver mi falta de querer al bebé, pero si lo hizo cuando Matías me lo dijo.

Veo hacia abajo, hacia el bulto que día con día se forma en mi vientre. Lo veía simplemente como un objeto que pronto desecharía, nunca me tomé el tiempo de pensar que es un ser, que tiene un corazón que late dentro de mí.

Comienzo a sollozar. Me muerdo el labio para reprimirlo, no quiero que Matías me escuche llorar una vez más. Ya ha tenido suficiente.

Me siento en la tapa del baño e intento llorar en silencio, pero el enorme nudo que tengo en la garganta no me lo permite.

-Josie ¿Estas bien?- pregunta Matías al otro lado de la puerta.

-Si- trato de que la voz no me tiemble tanto -estoy bien. No te preocupes-

-Josie- Matías dice mi nombre como un lamento -no tuve que haber dicho lo que dije. Los siento, no fue mi intención lastimarte-

-No Matías, si tuviste, porque es cierto- nivelo el tono de mi voz -he despreciado a este bebé desde que supe que lo tenía-

L llamaba parasita, y él no se lo merecía. Si aquí había alguien a quien llamar despectivamente, esa era yo. Yo era una bruja, la villana del cuento, y era detestable.

-Abre la puerta, hablemos de esto-

-No quiero que me consueles, me merezco esto- sollozo con pesar -soy una mala persona-

-No, no lo eres- me aseguro Matías con una dulce voz -el hecho de que te estés arrepintiendo te hace una buena persona, sabes que has cometido un error y lo estás aceptado- no dice nada por un rato. Pero sé que sigue allí ya que veo su sombra bajo la puerta.

-Vamos, abre- dice casi en un susurro.

Esta vez hago lo que dice y abro la puerta. Matías inmediatamente se inca frente a mí, y limpia mis lágrimas, como lo ha hecho constantemente estos días.

-Este bebé debe detestarme. Es posible que quiera romper la bolsa amniótica, y salir de mi corriendo- mi voz se mezcla entre mis sollozos.

-No lo hace. Él te quiere, eres su sustento principal- Matías me mira con dulzura, y no lo merezco.

-No me quiere Matías. Nunca le he prestado atención. Sólo asumo que me estoy poniendo gorda, no que estoy desarrollando a un nuevo ser-

-Bueno, pues los dos tenemos culpa, ya que yo también no le prestado atención-

Rio divertida, y miro a Matías con ojos tristes.

-Es porque yo no te lo he permitido. Deja de tratar de culparte, me harás sentir peor-

-No te lastimes más Josie- acaricia mis mejillas con dulzura -es culpa de ambos- Matías cambia el peso de su cuerpo al otro lado -¿Qué te parece si le hablamos y le pedimos perdón?-

-Es un feto, no entenderá-

Y allí voy de nuevo, siendo una odiosa. Lo bueno es que Matías no piensa de esa forma, ya que me sonríe.

-Hola bebé- comienza Matías dirigiéndose a mi barriga -soy Matías. Sé que no te prestado atención durante mucho tiempo, pero quiero que sepas que me preocupo por ti. Sé que no seré quien te vea crecer, pero quiero que sepas que te amo, así estemos a miles de millas aparte-

Miro a Matías mientras habla, y no puedo evitar que un nudo se forme en mi garganta cuando dice esas cosas

-Tú y yo tenemos una conexión. Tienes mi apoyo incondicional, y no dudo que serás un gran ser humano- no puedo evitar derramar un par de lágrimas – el mundo es inmenso bebé, al igual que las posibilidades, solo tienes que recodar hacer todo con el corazón. Espero que allí adentro estés calientito, y resguardado. Me reporto luego bebé- desvío la mirada de Matías, cuando él está apunto de verme. Mis ojos seguro y disparan corazones -háblale tú Josie. Yo iré a termina la cena- me sonríe y sale de baño.

No sé qué decirle. Es solo un feto.

-Hola bebé- me siento un poco tonta pero sigo -Soy Josie, y por ahora soy como tu enfermera personal. Yo soy quien se encarga de alimentarte- sonrió -perdona si algunas cosas no han sido de tu agrado, pero aún estoy averiguando que es lo que te gusta y que es lo que no-

Pienso como seguir, y luego se me ocurre algo.

-Soy bailarina, el ballet es mi pasión. Lo práctico desde que tenía diez. Soy titular dentro de una academia de ballet, nunca he llegada a ser la bailarina principal, pero estoy en eso. Así que si te gusta el ballet cuando crezcas será por mí- otro nudo se forma en mi garganta -perdóname por no haberte prestado mucha atención. No estaba en mis planes tenerte, pero hay cosas que no puedes cambiar- suspiro, y limpio el rastro de mi lagrimas -prometo amarte más, y entregarte sano y salvo con tus papás. Prometo elegir los mejores. Unos que puedan comprarte muchos juguetes, los más geniales- una lágrima roda por mi mejilla -perdóname bebé- mi voz se quiebra -prometo hacerlo mejor- me doy un beso en la palma de mi mano, y luego lo plasmo sobre mi estómago.

Salgo del baño después de la ducha, no del todo libre de culpa, pero sintiéndome más ligera.

-¿Estas mejor?- me pregunta Matías cuando salgo de baño. Asiento -me alegro-

Siento el olor del tocino llegar a mi nariz.

-Esta deseado ese tocino-le digo a Matías entre risas.

-No lo hagamos esperar-

El verde de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora