capitulo 24

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El cuartel de chismosa se reúne en la casa, y aunque hay música fuerte, lo único que escuchó es la risa escandalosa de todas ellas.

La señora Medina, la vecina del frente. Siempre ha tenido debilidad por hombres más jóvenes que ella. Noto como mira a Matías de arriba abajo. Y cuando tiene la oportunidad, lo saca a bailar. Matías es demasiado amable para rechazarla.

-Vas a dejar que esa vieja rabo verde te quite a tu hombre- me dice Daniela, una de las mejores amigas de mamá.

-Voy a rescatarlo en un par de segundos. Voy a dejar que la señora Medina tenga su regalo de navidad adelantado- Daniela se echa a reír.

Para cuando decido ir a rescatar a Matías, la señora Medina, ya lo tiene todo enredado en sus manos.

-Matías, te necesito- despegó las manos de la señora Medina del cuello de Matías, y lo aparto de ella.

-Fue un gusto- dice Matías cuando la señora Medinas se queja, y me mira con ojos asesinos mientras llevo a Matías lejos de sus garras de pedófila.

-¿Quieres salir?- le pregunto a Matías sobre la música y las risas.

-Claro- me susurra al oído, enviando escalofríos a todo mi cuerpo.

Salimos fuera de la casa y caminamos sin rumbo.

-Siento mucho las vecinas locas le digo a Matías -la mayoría son divorciadas y sus hijos no suelen visitarlas muy seguido. Es por eso que mamá las invita a casa-

-Es agradable, saber que tu mamá les ayuda a no estar solas-

-Si. Mamá siempre ha sido así. Puede encontrar alguien sentado solo en una cafetería, en la noche de navidad, e invitarlo a casa-

Nuestra casa siempre se mantenía llena de gente. Mamá era tan sociable, que hasta era amiga de los padres y las monjas de la iglesia cercana. Y eso que mamá era más creyente de los astros y las estrellas, que de los santos.

-Me gusta. Es agradable celebrar con alegría la noche de navidad-

-Con demasiada euforia- Matías y yo, reímos divertidos -cuando el cuartel de chismosas se junta, no hay nada que las pare-

-Gracias, por permitirme venir contigo-

-No hay de qué. Gracias por ayudarme a preparar la cena-

-No hay problema-

Me abrazo al abrigo que me puse antes de salir de casa.

-¿Tienes mucho frío?- Matías está apunto de quitarse su abrigo. Enlazo mi brazo antes de que se lo quite.

-Nos mantendrá caliente ambos- Matías sonríe.

Caminamos un poco más. Mientras disfrutamos de la brisa de la noche. Hay risas y música en las casas vecinas, y muy pronta, mi parte preferida, los juegos artificiales.

-¿Ves ese enorme tanque de agua?- Matías desvía su mirada hacia el tanque de agua. Asiente -cuando subes, puedes casi toda la ciudad-

Recuerdo que cuando me enojaba con mamá subía hasta arriba y aprecia el atardecer.

-Deberías ver el atardecer desde allí. Es maravilloso

-Me lo imagino- dice Matías con una gran sonrisa –Donde yo crecí, es demasiado frío. Rara vez puedes salir y ver el sol-

-Soy una chica del sol. Nunca me han gustado mucho los climas nublados y lluviosos-

-Yo creo que me acostumbré al frío- me hace saber Matías -En mis primeros meses en la capital, me sorprendía al ver el sol entrar por mi ventana-

El verde de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora