Capitulo 23

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Mamá se marcha a la maratón de reciclaje.

Matías se queda conmigo, y me ayuda a cocinar.

Yo solía cocinar con la abuela. Cuando murió, hace cuatro años, ya nunca sentí la alegría que sentía al cocinar una cena para una celebración. Sin embargo, Matías era un buen sustituto.

-¿Siempre te ha gustado cocinar?- pregunta Matías.

-Fue más una necesidad. Mi abuela sabía cocinar muy bien, pero mamá no, y cuando ella murió, yo fui quien la presidió en la cocina-

Metemos el pavo al horno para que se cocine.

-Si quieres puedo hacer yo sola el postre-

Hemos estado parados cerca de dos horas, haciendo los platos principales para la cena.

-No, está bien. Me quedo aquí contigo-

-Gracias- sacó de la alacena los ingredientes para el pastel de nueces -es tradición hacer pastel de cardenales, pero tengo grandes antojos de nueces-

-A mí me encanta el pastel de nueces- me hace saber Matías con una enorme sonrisa en su rostro.

-Es posible que el bebé tenga tus gustos en comida- él sonríe.

Hablar de nuevo del bebé me hace pensar en lo que mamá me dijo.

Es verdad que nunca le he preguntado a Matías si él siempre estuvo de acuerdo en dar en adopción el bebé.

Debo preguntarle, merece dar su opinión, incluso después de tanto tiempo.

-¿Matías?-

-¿Dime Josie?- vierte un poco de harina dentro de un recipiente.

-Yo no...- dejo de medir los ingredientes, y miro a Matías -nunca te pregunte si estás de acuerdo con lo de la adopción-

Deja de leer la receta del pastel y noto que traga con dificultad.

-Si- dice volviendo a leer la receta.

Quito la receta de sus manos, y volteó su cara a la mía para que me mire a los ojos.

-Matías, dime la verdad-

Sus ojos, los que nunca mienten, no me delatan nada esta vez, ni tristeza, ni felicidad, ni enojo. Solo indiferencia.

Él suspira y traga duro de nuevo.

-Josie- toma mi manos entre las suyas -tú ya tenías planes y sueños que aún no has cumplido. Eres joven y tienes un largo futuro delante de ti. Es la mejor decisión. Hay miles de parejas allá afuera que desean un bebé. Vamos a cumplir uno de sus sueños. Y eso me hace sentir feliz"

Aun nada en sus ojos, a pesar que sus palabras están llenas de dulzura.

Quita sus manos de las mías, y regresa su vista a la receta.

Él no hablo acerca de él, sólo hablo de mí. Sé que él quiere este bebé. Lo leo en sus ojos cada vez que le habla o que toca mi barriga.

-Serás un gran padre Matías- aparto mi vista de rostro -cuando realmente lo desees, serás un padre excepcional-

Esta vez noto que una lágrima cae fuera de su ojo izquierdo.

-Hay que seguir me dice mientras va a la refrigeradora y saca los demás ingredientes para el pastel.

Nos mantenemos en silencio mientras preparamos el pastel. Y el silencio hace que mi mente vague en lo que acabamos de hablar. Pero cuando pienso en lo difícil que sería criar a un bebé y al mismo tiempo practicar el ballet, mi mente colapsa, y prefiere mantenerse en blanco.

Al terminar de hacer el pastel, le digo a Matías que me daré un baño.

Me tomo mi tiempo en bañarme.

Al salir del baño, escuchó la escandalosa voz de mamá. Solo espero que no le esté contando nada vergonzoso a Matías.

Saca de mi maleta el vestido de punto, con cuello en V que encontré en la ropa de la vecina. Es elegante y me gusta la suavidad de la tela.

Decido secar mi cabello para hacerlo un poco lacio. Me maquillo con sombras claras, y pinto mis labios de un color carmesí. Me coloco unas argollas medianas de planta de mamá, y las zapatillas bajas color crema. Ya hace mucho que no me arreglo.

Salgo del cuarto y encuentro a mamá leyéndole las cartas de la fortuna a Matías. Parece ser que tengo que salvarlo de este de fortunio.

-Mamá, Matías no cree en eso-

Tanto mamá como Matías, me miran sorprendidos al ver lo arreglada que estoy.

-Linda, te ves preciosa ¿no es así Matías?-

-Sí, siempre está linda- noto que su cara se torna roja. Sonrió.

-Deberías verla cuando baila. Parece una muñeca de porcelana. Lo dejarías más perplejo, linda-

-Mamá- la acusó arrugando el ceño-

-Bueno, yo también voy a embellecerme-

Mama se levanta del sillón, y pasa a mi lado susurrándome al oído.

-Es sagitario, linda. Las estrellas están alineadas entre ustedes dos- me da un leve golpe en el trasero.

Grandiosa. Ahora mamá se aferrara a esa idea para juntarme con Matías.

Estoy a punto de hablar cuando el timbre suena.

-Voy a abrir- le hago saber a Matías.

Es posible que mamá haya invitado a todo el cuartel de chismosas a la cena.

Abro la puerta y me encuentro con Angie. Es la hija de la señora Rivera, la chica que me cedió la ropa. Su bebé está dormido en sus brazos.

-Hola Josie. Te ve divina con ese vestido-

-Hola Angie. Gracias por la ropa. Pasa adelante-

Angie entra y saluda a Matías. Los presentó, y la típica plática de si estamos juntos y conservaremos al bebé surge. Le decimos que no y le explicamos nuestra relación.

-Oh, ya veo- dice haciendo un puchero. Su bebé bosteza y comienza abrir los ojos poco a poco -es complicado- dice meciendo al bebé en sus brazos -pero es maravilloso ser madre-

Es como si todos quisieran decirme que conserve al bebé. Pero por más señales que me den, yo he tomado una decisión y no pienso cambiarla. 

El verde de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora