Capitulo 3

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-Yo tampoco recuerdo nada Josie- me dice Ana, mientras estiramos para iniciar la práctica.

-Sí, pero tú no amaneciste desnuda, abrazada a un tipo que no conocías-

Cecil apenas y es capaz de hacer los estiramientos. Su resaca es tan grande, que parece que camina dormitada. Ana y yo la ayudamos a estirar cuando vemos a la maestra María aproximarse a nosotras. A ella le gusta la disciplina, sin importar el estado en el que nos encontremos. Ella dice que es parte de ser bailarina, aparte de la elegancia, se debe tener disciplina.

-Pero lo bueno de todo esto- dice Ana cuando la maestra María ya se ha alejado de nosotras –es que era un buen tipo. Sé que no es lo ideal irse completamente borracha al apartamento de un tipo desconocido, y tener sexo, pero...-Ana eleva sus hombros –de los errores se aprende-

-De los errores se aprende- digo con un deje de burla –realmente fue una estupidez-

Era la última vez que bebía de la forma en la que lo había hecho el día de ayer. Seguro había sido poseída por el diablo, por la rabia interna que sentía hacia Fharina.

-Pero...-se lo que Ana va preguntar, lo noto en su rostro -¿fue buen sexo?-

Otra de mis compañeras que estaba junto a nosotras estirando, mira escandalizada a Ana. Ana solo eleva sus hombros, y redirige su mirada a mis ojos.

-Es un punto olvidado Ana- arrugo el entrecejo y me muerdo el labio –ni tan siquiera supe su nombre- susurro apenada.

Ana pretende estar escandalizada, y me da un golpe en el hombro.

La maestra María nos llama la atención, y nos pide que comencemos a practicar.

Mientras realizo la rutina, intento recordar la noche anterior, y a pesar de que fue una de los mayores errores de mi vida, no puedo negar que lo poco que recuerdo, es bueno, en especial la mirada en sus ojos y sus manos cálidas.

Llego al complejo de apartamentos donde vivo, pasadas las siete de la noche, por lo que ya están los tipos que suelen jugar al póker y las cartas hasta la media noche. He escuchado, del casero del complejo, que a veces se ganan grandes sumas de dinero por las apuestas. No me importaría ganar dinero extra, ya que no se gana mucho siendo una ballestita secundaria, pero nunca he sido buena en las apuestas, ni gozo de buena suerte, así que prefiero jugar a la seguro. Así ha sido la mayor parte de mi vida.

-YO.AMO.EL.SUSHI-

Miro divertida al casero del complejo, intentado ligarse a una mujer de aspecto asiático. La mujer mira a Tito como si estuviera loco. Ella solo agita su mano en el aire, dice algo en mandarín, y se marcha.

-La tienes comiendo de tu mano Tito- digo con sarcasmo, mientras miro mi correo.

Tito se apoya en los casilleros de la par, y me sonríe, mostrando su dentadura de dientes postizos de oro falso.

-Esa chinita vendrá a mí, lo sé, me gustan las mujeres difíciles- sonrió burlomente -¿Qué me dices de esa cena en la terraza, princesa?-

Pretendo estar pensándolo, y luego le digo que no a Tito.

-Vamos princesa, soy todo un caballero- dice dando una vuelta completa. Rio divertida.

-¿Y el castillo, las joyas, los caballos blancos?-

-Eso princesa...- entrecierra sus ojos, y pretende ver al más haya –es lo de menos. Tengo un corazón grande, que vale más que todo eso-

Rio, y le doy una palmada en la espalda.

El verde de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora