Matías llega por mí durante el fin de semana.
Las chicas querían venir ayudarme a empacar, pero tuvieron ensayo, por lo que tuve que empacar sola.
Ya que no podía llevar todos mis muebles conmigo, le dije al arrendador que se los vendía. El acepto, y no era como si tuviera muchos muebles. Un sofá, un armario, y la cama. El comedor y la alacena, ya venía con el apartamento.
Guarde toda mi ropa en una sola maleta. En un enorme bolso de mano, guarde todos mis productos de aseo personal y mis productos de belleza. En una caja, coloque todos los adornos de porcelana y las fotos familiares.
El gato de la vecina entro por el balcón de mi ventana, y se acomoda en la repisa.
-Bueno gato- le digo acariciándolo –que tengas una buena y larga vida. No ocupes todas tus vidas intentando ganarte el corazón de la gatita de ojos claros. El otro gato es más grande que tú, y seguro todavía tiene sus ocho vidas intactas- el gato solo bufa sin importancia –y ruega porque los nuevos inquilinos te dejen pasar el rato aquí- sobo su pelaje, y el gato se retuerce de placer.
Hay un golpe en la puerta, seguido de la voz de Matías.
Voy hacia la puerta y le abro.
Él está vestido con un camisa polo, color verde oscuro, pantalones casuales, y zapatillas deportivas. Su cabello, siempre bien peinado a los lados.
-Hola Josie- sonríe –¿te ayudo con las maletas?- asiento.
Matías se ve enorme en mi pequeño apartamento.
-¿Tienes un gato?- pregunta mientras acaricia al gato -¿Cuál es su nombre?-
-No es mío- le digo con una sonrisa divertida –es el gato de la vecina, pero por alguna razón, le encanta la repisa de mi ventana-
El gato se deja acariciar por Matías si nada de recato. Se retuerce, y maúlla placentero.
Nunca había envidiado a un gato, pero ahora, en definitiva la hacía.
Matías lleva mis dos maletas hasta el carro, mientras yo cargo la caja con todas mis pertenencias frágiles. Seguro adentro también están mis óvulos. Son tan frágiles, que se dejaron cazar a la primera.
-¿Te marchas a otro castillo, princesa?- pregunta Tito divertido.
Matías lo mira levemente, y luego regresa su mirada al baúl, para acomodar mis maletas.
-Regresare- le hago saber a Tito.
-Bien, quizá cuando regreses princesas, ya me habré convertido en el presidente de la nación, y tú serás mi primera dama-
Sonrió divertida, y le doy un golpe amistoso en la espalda.
-Nos vemos luego Tito- me despido con la mano, y subo al auto de Matías.
No me marchaba aun castillo, pero en definitiva iba un mejor lugar que este.
Estos nueve meses, se sentirían como unas vacaciones para mí. Solo esperaba no aferrarme tanto a esas vacaciones.
El implacable apartamento de Matías, estaba incluso más impecable este día.
Olía como a desinfectante de piso, y aroma ambiental de pino.
Mire en dirección al balcón, y el cachorro Omega agitaba su cola animado.
-¿Puedo ir al balcón?- le pregunto a Matías.
-Claro- me dice con una sonrisa –esta es tu casa- sonrió ante sus palabras –Omega es amigable, así que no te asustes-
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El verde de tus ojos
RomantikJosie Lisboa nunca se imagino que su vida daría un giro de trecientos sesenta grados, la noche en la que decidió pasarse de copas con sus amigas. Al día siguiente, despierta completamente desnuda en los brazos de un desconocido. Josie deja atrás ese...