Capítulo 1

452 117 94
                                    

Mi nombre es Mia Santiago, tengo 22 años, soy originaria de un pueblo llamado "Las Margaritas" en México. Vivo en la ciudad de Guadalajara desde que tengo 8 años. Mis padres pensaban que si nos mudamos tendríamos una mejor vida, pero no fue así.

Hace 4 años mi madre enfermó, le detectaron cáncer en los pulmones, su situación fue empeorando poco a poco y un día falleció mientras dormía. Mi papá la amaba en verdad, su pérdida fue tan grande que la depresión lo consumió, y terminó por seguirla al año siguiente. Me quedé sola, completamente sola. Bueno, tenía un cotorro llamado "Lucas", pero supongo que no es lo mismo.

Desde ese día vivo en la casa que mi papá construyó con mucho esfuerzo. No tengo ningún familiar aquí cerca, todos están en el pueblo donde nací. Creo que me encuentro lo bastante bien, tengo a mi amiga Gabriella, es mi vecina desde que era pequeña.

—¿Por qué no lo piensas? —dice Gabriella, recostada sobre mi viejo sillón. —Será divertido.

—Ya te he dicho que no, todas las veces que me has preguntado.

Por si se preguntan qué diablos significa esta conversación, les cuento brevemente. Mi amiga Gabriella es fotógrafa, realmente es muy buena. Al rededor de 1 año, comenzó a mandar solicitudes a grandes escuelas de arte para obtener una beca, tardaban meses y meses en responder, y en otras ocasiones simplemente ignoraban sus cartas. Ahora resulta que una de tantas respondió. Mi amiga se puso muy feliz, al fin alguien creía en su talento, en aquel ojo artístico. Recuerdo que todos esos días fueron una tortura para ella, no paraba de llorar, había perdido la esperanza, se sentía incompetente, pero después del dicho aviso está más feliz que nunca. Tanto, que me acaba de proponer ir a Italia con ella. ¡Así es Italia!!

—¡Ya lo sé Mia! Pero debes de entender, no quiero dejarte aquí sola —me dice preocupada.

—¿Qué te hace pensar eso? Estaré bien, te lo aseguro, no te preocupes, en verdad.

—No, no me convences, ¿por qué mejor no lo piensas un poco más?

—Ya lo he reflexionado lo suficiente, ¿no lo crees?

—¡Por dios, Mia! ¿Por qué te cierras tanto? Eres muy negativa.

—No es eso Gaby, es la verdad, no sé por qué insistes e insistes.

—¿¡Qué no es obvio!? Eres mi mejor amiga y me preocupo por ti. Solo déjame hablar y si al final dices que no, te juro que entenderé.

Mi amiga es muy intensa cuando quiere lograr algo. Miro sus ojitos y están muy emotivos, sin duda alguna le encantaría que la acompañara, creo que algo me dice que terminaré accediendo.

—Está bien, ¡dale cuerda!

Se aclara la garganta para comenzar su discurso.

—Yo sé que esto te asusta y sé que ya hemos hablado sobre esto en varias ocasiones, ¡créeme que lo sé! —hace una mirada hacia arriba. —Ya me dijiste todas tus razones, pero debes de entenderme, no te quiero dejar aquí sola, te necesito conmigo, esto es una oportunidad que nunca pensé que tendría, como una pueblerina puede llegar a la mismísima "Italia" —lo dice con acento. Une sus delgados dedos como si tuviera sal en ellos, haciendo el típico movimiento para decir "monto". —Yo no podría dejarte aquí, solita, yo sé que tienes trabajo, tu casa y tantas cosas que dices hacer, pero realmente, en serio, yo te necesito. ¿Por qué no puedes entender eso?, ¿Por qué no comienzas a pensar en ti? No tienes pareja, novio o algo que se le parezca, tampoco tienes hijos. No hay nada que te aferré a vivir aquí.

—¡Oye! —le grito.

—¿Por qué no tomas esta oportunidad como una nueva experiencia? Imagina que tienes una hoja de papel, está completamente en blanco, puedes dibujar, escribir y hacer lo que quieras con ella, puedes diseñar en ella tu camino, tu futuro. Mi beca solo dura 3 años, ¡Mia! ¡¡solo tres años!! Una vez que termine, regresaremos te lo prometo. Recuerda que también tengo familia aquí, amo mi país, pero necesito hacer esto, nadie más me volverá a dar esta oportunidad ni tampoco la tendrás tú, anímate. Si no funciona, siéntete libre de regresar cuando quieras, pero te necesito en este momento a mi lado. ¡¿Si amiga?! ¿Cuento contigo?

—¡Wow! Me encantaría, te lo juro —la miro fijamente. —Yo no pertenezco a ese lugar, yo no hablo italiano, ¿qué voy a hacer allá? Necesito trabajar, ¿y qué haré? Si no hablo siquiera bien español —suelto una risita.

—¿Ese es tu pretexto Mia? —responde exhausta.

—Sí, ¿te parece poco?

—Sí, esto es ¡grande! Lo más grande que nos ha pasado en la vida, quiero que sea nuestro momento, por favor —me ruega. —Pase lo que pase y falte lo que falte, lo resolveremos. Si no te gusta, vuelves a tu lindo México, ¡por favor! — Sus ojos brillan de la emoción.

—¿Qué hay de mi boleto? Comprar un boleto de avión a esa distancia debe ser costoso.

—Yo lo pagaré.

Pienso en todo lo que me dijo, en todo lo que vendría después, pero también en lo que me pasaría estando aquí sola, sin ella, me va a hacer mucha falta. Sin más que decir y sin creerlo todavía, acepto. Gaby grita, salta y patalea por toda la casa, su cara está roja como un tomate, está muy, muy feliz. Espero no estar cometiendo el peor error de mi vida. 

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora