Capítulo 8

139 45 14
                                    

Magda me deja en mi habitación para que termine de instalarme, aunque realmente solo traje mi maleta pequeña, así que termino muy rápido, traje una cobija que años atrás mi mamá me bordó, es muy calentita y ligera, me servirá para conciliar el sueño estos días mientras me acostumbro a este lugar. De pronto escucho una voz en el pasillo, esa persona abre la puerta.

—Ciao! —me saluda una chica pelirroja.

—Ciao! —respondo.

—¿Eres Mia? ¿La nueva empleada? —me pregunta.

—Así es, soy yo —espero no le moleste.

—Es un placer, me llamo Nora, duermo en esta habitación —me dice sonriente mientras me ofrece su mano, pero ella solo me saluda, no la besa como los demás.

—La señora Magda me asignó esta habitación, ¿te parece bien?

—Claro, no tengo problema, es un placer tenerte aquí conmigo, y en esta casa también.

—Tu hermana es Dinora, ¿cierto?

—Así es, ¿ya la conoces? —se sienta en su cama.

—Sí, me la han presentado en el comedor.

—Me alegro. Todos aquí son grandes personas, estoy segura de que te harán sentir bien, cualquier duda que tengas, solo pregunta.

—¡Gracias! No puedo creer que exista un lugar así, esta casa es enorme, parece un castillo.

—¿Ya la conociste completa? —me pregunta entusiasmada.

—No, realmente, solo la planta baja y aquí el sótano.

Nora ríe.

—¿Y con eso te pareció un castillo? Espera a que conozcas los otros pisos.

—¿Tienes mucho trabajando aquí?

—Aquí nací, mis padres trabajaron aquí de jóvenes, se conocieron, se casaron y siguieron viviendo aquí, después nací yo, y luego mi hermana Dinora y finalmente pasaron los años ellos envejecieron, enfermaron y murieron, hasta llegar al día de hoy —lo cuenta de una manera tan normal, yo aún no puedo hablar de mis padres sin que se me quiebre la voz.

—Lo siento —respondo.

—No te preocupes Mia, todos moriremos algún día.

Le ofrezco una de mis más sinceras sonrisas.

—¿Y ya te dieron tu uniforme? ¿Tu radio?

—¿Mi radio? —le pregunto.

—Sí, para comunicarte con nosotros, veo que aún no te explican esa parte.

—Creo que no.

—Vamos, te acompaño a la oficina de Magda para que te entreguen tu equipo.

Mientras nos dirigimos a la planta baja, pasan algunos otros empleados que no he tenido el placer de conocerlos, ellos me miran como si fuera una intrusa. Nora saluda a toda persona que se cruza en nuestro camino, le hacen algunos comentarios muy confianzudos, ella se ríe o los insulta. Creo que lo que me dijo Magda es verdad, la quieren mucho por aquí.

Cuando llegamos a la oficina de Magda, Nora golpea la puerta para comprobar si ella está dentro.

—Adelante —responde. Viene a mi memoria el comentario que ella me dijo hace unos minutos sobre su oficina, no puedo evitar sonreír.

—¡Hola, Nora! Veo que ya conociste a Mia —dice Magda.

—Así es Magda, le pregunté por su uniforme y su radio, pero no tiene idea de lo que hablo.

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora