Capitulo 55

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Anelle Marcerano / Ciudad de Milán 

—¡Listo Julio! Vayamos a la joyería.

Él me obedece, toma las bolsas que llevo y nos devolvemos a la camioneta. Quita el seguro y en cuanto abro la puerta veo la peor escena de mi vida. A una Mia inconsciente, envuelta en un charco de sangre, pálida y con el pulso muy débil.

—¡¡Julio!! —grito de inmediato.

—¿Qué sucede señora?

En cuanto él ve la misma escena que yo, se sube de inmediato a la camioneta y trata de reanimarla.

—¡Mia! ¡Mia! —grita con desesperación. Mi pecho comienza a palpitar demasiado rápido.

—¿Qué ocurre? —se acercan los guardias de Abrah. En cuanto miran el estado de ella, se suben a la camioneta de inmediato, me ordenan subir, y yo lo hago aun en estado de shock. Aquel hombre conduce demasiado rápido. Lo único que mis ojos pueden ver es a Julio intentando el RCP. Mia no reacciona en lo absoluto.

Las lágrimas comienzan a brotan de mis ojos, Julio me pide ayuda, pero no puedo moverme. Cuando reacciono, noto que estamos justo en la entrada del hospital.

Uno de los enfermeros sale de inmediato con una camilla y otros con maquinaria para conectarla.

—¿Qué le sucede? —pregunta un enfermero.

—Tiene sangrado interno, está embarazada ha perdido la conciencia, antes de eso vomitó, ella dijo que se sentía muy mal —le dice Julio.

—¿Nombre? —pregunta uno de ellos mientras caminamos junto a la camilla.

—Anya Marcerano.

—¿Parentesco?

—Soy su chofer.

—¿Y usted? —me pregunta, pero no puedo responder.

—Es su suegra —le dice Julio.

—Nos encargaremos, esperen aquí. Una enfermera vendrá a llenar la solicitud, con permiso —y desaparece en el pasillo detrás de unas puertas donde se llevaron a mi niña.

—Señora... ella estará bien, no se preocupe.

—Abrah —es lo único que logro decir y él asiente.

No sé cuánto tiempo pasa, pero creo que ya estoy recobrando el sentido. Ahora yo me siento mal, quiero vomitar.

—Julio —suelto.

—Dígame.

—¿Hace cuánto tiempo llegamos?

—32 minutos señora.

—¿Le avisaste a mi hijo?

—Si, ya viene para acá.

—De acuerdo.

Nos volvemos a quedar en silencio. Observamos ir y venir enfermos, familiares que rompen a llorar cuando les dan malas noticias, otras personas sonríen y aplauden cuando por fin ha dado a luz una mujer y aquel joven escuálido se ha convertido en padre y aquellos ancianos en abuelos.

El silencio se apodera de la sala, hasta que llega mi hijo, vuelto loco buscando a su prometida.

—¡¿Dónde está?! —grita aventando a todos y tomando del cuello a uno de los enfermeros.

—No... sé de quien habla... señor —dice el chico muerto de miedo.

Abrah voltea a todos lados, hasta que por fin nos encuentra con la mirada, suelta al joven y viene directo a nosotros, no sin antes golpear a Julio en el rostro.

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora