Capitulo 32

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Paso toda la noche pensando en todas las probabilidades en las que este contrato me beneficie más de lo que me pueda afectar. Sé que puedo sonar exagerada, pero estar demasiado involucrada con la familia, provocó que semanas atrás me sintiera mal conmigo misma y con mis compañeros, que son como mis hermanos. Si yo me involucro con Abrah más allá de una simple relación empleado-jefe, mis días y mis noches no volverán hacer las mismas. Debo estar preparada para todo, no se trata de cualquier persona, él está en el foco de atención de todo el mundo y yo estaré a su lado. Debo recordar que esto es un simple trabajo, no más. Él y yo solo seremos falsos esposos, espera... ¿Ya lo estoy confirmando? ¿Significa que ya lo decidí?

Supongo que sí.

En cuanto despierto me cambio de inmediato, una clase de ola de felicidad ronda por todo mi cuerpo, hace mucho tiempo que no me sentía así, me arreglo y hago lo mejor posible para tapar mis ojeras y verme bonita, subo a la planta baja y saludo con mucho entusiasmo a todos mis compañeros, Nora se encuentra sentada en el comedor desayunando, yo voy directo a ella y le planto un beso tronado en la mejilla, ella se queja y me empuja molesta por dicha acción, yo solo sonrió yéndome contenta y feliz para las escaleras. Comienzo a subir al primer piso, quiero ir a verlo, muero por decirle que he decidido aceptar que, a pesar de ser una locura, quiero hacerlo.

En cuanto salgo al pasillo principal puedo ver a muchos de sus guardias personales caminar por el lugar, varios de ellos llevan maletas y algunas cajas de oficina, camino rumbo a la entrada principal y puedo ver tres de sus camionetas estacionadas frente a la casa. De la nada Abrah sale de la sala de estar y va directo a la entrada, o en este caso la "salida", por un instante su aroma acaricia mi nariz y endulza mi momento, él sube a su camioneta. Todos vienen y van de todas direcciones con mucha prisa.

—¡Oye! —le digo a Agustín sorprendiéndolo, justo cuando va pasando a mi lado. —¿Qué es todo esto? ¿Porque tanto movimiento?

—Hola Mia, ¿Qué tal?

—¿Qué es esto? —señalo una de las camionetas.

—Nos vamos.

—¿Qué? ¿Cómo que se van? ¿Qué diablos estas diciendo?

—A París, negocios.

—¡Negocios! —respondo con ironía.

Él solo se ríe.

—Disculpa, nos veremos después.

 —¡Oye, oye! ¿De qué hablas? ¡¿Cuándo regresan?!

—No lo sé, tal vez en unas semanas, un mes.

—¡Un mes! —exclamo.

—Así es, lo siento, debo irme se nos hace tarde.

—Oye, pero ¿qué va a pasar con el evento del hospital? —lo vuelvo a detener. —Es en dos semanas.

—Lo sé, no te preocupes, si para ese momento no hemos vuelto irá la señora Anelle, ¡Buen día! —me dice sonriente, después se retira corriendo hacia la camioneta.

Puedo ver por un segundo el rostro de Abrah, y luego el portazo de la puerta.
¿París? ¿Negocios? ¿Un mes? ¡Diablos!

Estos días se me hacen eternos, ¿cómo es posible que se fuera y no me digiera nada? Soy su esposa, bueno falsa esposa, aunque aún no sabe que acepte, pero definitivamente algo tengo que ver, debió habérmelo dicho. Espera... ¿Por qué no tengo su número de celular? Seria genial poder hablar con él, tal vez planear lo del evento del hospital.
Qué tal si nos preguntan... ¿cómo nos conocimos? ¿Qué responderíamos? ¿O si alguien se interesa de donde soy, o de que familia provengo? ¿Cuándo nos casamos? ¿Estamos enamorados? Ya saben esas cosas que les suelen preguntar a las parejas, quiero hacerlo bien.

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora