Capitulo 54

49 11 8
                                    

Sus labios son tan dulces y suaves, cada roce de ellos es una ola de satisfacción. ¡Necesito tenerlo por completo, mi cuerpo lo reclama! Le ayudo a terminar de desnudarme y también a deshacerse de su bóxer, gracias a dios las luces están encendidas, puedo ver su hermoso cuerpo por completo, es digno de admirarse.

Toco sus brazos una y otra vez, los sonidos de placer se escuchan por toda la habitación. Sin querer tumbo todo lo que hay a mi alrededor, cremas lociones y hasta un pequeño florero.

—Que energía la tuya... —me dice con fuertes respiraciones.

—Te necesito.

–Y yo a ti —vuelve a los besos. —Me encantas...

Me separa las piernas y se pierde en mí, una y otra vez. Vuelvo a sentirlo, siento que me desmayo de tanto placer, ambos gemimos y gritamos con cada caricia y cada roce. Me subo sobre él y terminamos en el suelo, no nos detenemos por nada, estamos tan enfocados en lo nuestro qué todo nuestro alrededor sale sobrando. Mi cabello esta tan alborotado qué no se si verlo de manera sexi o poco adecuado para la ocasión.

—Te amo —añade entre besos y jadeos. —Me tienes loco.

Entre gruñidos y demás terminamos emocionados, jadeando y sudando en el suelo. Comienzo a reírme como loca, al punto de salirme carcajadas poco agradables para el oído.

—¿Qué pasa? —me pregunta Abrah confundido.

Sigo riéndome sin poder detenerme.

—¿Qué tienes? ¿Por qué ríes así?

—¡¡Giuseppe!!

Él voltea, y ve a mi pequeño gatito sentado en el tapete del rincón.

—Qué suerte tienes Giuseppe, estuviste en primera fila —dice Abrah.

No puedo parar de reír.

—Pobrecito —suelto.

—Acabas de ver porno en vivo.

—¡Ya! —le digo golpeándolo levemente. —Espero no haya quedado traumado.

—Parece que está bien —se levanta por él y lo carga en sus brazos. —Te has portado excelente Giuseppe.

—Ay mi precioso, ¿estas bien? —lo acaricio.

Giuseppe solo maúlla.

—Creo que eso es un si —añade Abrah.

Ambos sonreímos.

—Sera mejor que nos bañemos, creo que ya es algo tarde.

—¿Y eso que importa? Podemos estar así toda la noche —se acerca a darme otro beso.

—¿Por qué no llevas a Giuseppe a su camita?

—Solamente porque me tendrás que compensar por ello —dice saliendo del cuarto de baño.

—Ja, ja ¡Mira que si eres codicioso! —grito para que logre escucharme.

—¿Puede caminar señora? —me dice desde la puerta ofreciéndome su mano. —¿O desea que la levante?

—Creo que prefiero la segunda opción.

Me levanta de un tirón, tan alto que soy yo, la que termina mirándolo desde arriba, me comienza a bajar lentamente mientras me deslizo por su piel. Jamás lo había hecho, pero sin duda lo volvería hacer. Enredo mis piernas en su cintura y juntos andamos hacia la bañera. No puedo creer que mi necesidad carnal no sea el suficiente.

—Te amo —ahora soy yo la que se lo digo. —Y amo todo lo que me haces sentir.

Me lanza una mirada tan intensa que de manera inoportuna me hace estremecer.

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora