Capitulo 39

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—¡¿Entonces te dio todo eso, por su noche juntos?! —exclama Nora llena de emoción.

—No lo sé, se interpreta como si hubiese sido un pago ¿no? Pero algo me dice que no es así, al parecer ebria le conté mil cosas, y lo terminó haciendo de buena acción.

—¿Y cómo estuvo? ¿El sexo fue bueno?

—¡Nora! —le grito entre risas. —No lo sé, no lo recuerdo. Solo sé que desperté con su ropa interior puesta.

Nora suelta la carcajada de la vida, parece que se va a hacer pipí.

—¡¿Cómo te atreves Mia?! Tuviste sexo con un hombre y no lo recuerdas, y no de cualquier hombre se trata de ¡Abrah Marcerano!

—Ya lo sé, ¿crees que no lo he pensado? No sabía ni cómo actuar frente a él.

—Ya me imagino —continúa riéndose. —Y recuerdas... como era ya sabes, ¿su pene?

—¡Nooo! —me uno a la carcajada. —Eso es lo peor de todo.

Y así continuamos toda la noche haciendo bromas y chistes sobre lo ocurrido, nos salen lágrimas de felicidad de tantas tonterías que se nos ocurren, tanto que se me olvida por completo comentarle de mi encuentro con Gabriella.

Por la noche, durante la cena me surge la necesidad de contárselo y es cuando siento que me desahogo por completo, ella me escucha hasta el final y me da algunos consejos, no hablamos con tanta profundidad, ya que no estamos solas en el comedor. En cuanto terminamos nos dirigimos a nuestra habitación y es cuando puedo contarle a detalle, sin poder evitarlo las lágrimas no dejan de brotar, al final terminamos abrazadas y me hundo en sus delgaditos brazos a llorar hasta quedarme dormida.

—¡Buongiorno Anya Marcerano! —grita Nora mientras baila una canción disco qué suena a todo volumen en la habitación.

—¡Ya cállate Nora! Es super temprano —le aviento un almohadazo.

—Lo siento, señora —hace una reverencia. —Pero el día de hoy tiene el turno matutino, así que se tiene que despertar para servir el desayuno a los señores.

Mierda, por culpa de mi fin de semana "romántico" se me olvidó por completo que mi verdadera realidad es esta.

—¡Ahora voy! —me levanto de inmediato de la cama, tomo mi bata de baño y corro a la regadera.

Y Nora continúa bailando su música extraña, está loca.

—Buongiorno! —saludo a todos en el comedor.

—¡Hola Mia! Buen día —responde Magda sonriente. Los demás me devuelven la sonrisa, o simplemente dicen "hola" y vuelven a su desayuno.

—¿Qué te sirvo Mia? —me pregunta Francesca.

—Fruta nada más. Quiero ponerme a dieta —en cuanto termino mi oración todos voltean con mirada de locos.

—¡Acaso estás loca! —se oyen todos en unísono.

Los juzgue mal, al parecer la loca soy yo.

—¿Cómo puedes decir eso preciosa? —me pregunta Taddeo.

—¿Qué tiene de malo?

—Estas super delgada —comenta Laura.

—¡Estás flaca! Así se dice ¿no? —comenta Dinora esperando el apoyo de los demás.

—¡Exacto! —vuelven a decir todos juntos.

—No sean exagerados, he subido mucho de peso aquí.

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora