Capitulo 42

60 9 19
                                    

Una vez que todos terminamos volvemos a nuestras tareas ordinarias, yo me la paso limpiando parte de la casa, aunque ahora ya no es mi trabajo, ya que se supone que soy la persona que debe atender a Abrah, pero el hecho de que él no este me quita de responsabilidades y al mismo tiempo me entristece así que trato de apoyarlos un poco.

A la hora de la comida somos pocos los que nos sentamos en la mesa, pero tal como en la mañana disfrutamos de la compañía. Cuando se hacen las 8 me dirijo al jardín para encontrarme con Arek, me imagino que él ya debe estar allí. Tan pronto salgo al jardín, el aire choca en mi cuerpo y revolotea mi cabello, está realmente fresco, supongo que es normal ya qué se acerca el otoño.

—¡Hey! —siento un jalón en mi overol. —¿Qué haces aquí afuera?, ¿te vas a volver a dormir en la intemperie?, ¿tendré que llevarte de nuevo a tu cama?

—¡Hola Taddeo! —respondo animada. —Gracias por cubrirme.

—Tenía que hacerlo, te mirabas en problemas —me dice en tono de burla.

—Pues gracias por eso. No vas a preguntarme, ¿dónde estaba?

—No tengo que preguntar, yo lo sabía.

—¿Cómo dices? —pregunto perpleja.

—¡Por dios Mia, soy el jefe de seguridad!

Me encojo de hombros. Lo sabe, esa frase retumba en mi cabeza.

—No te preocupes, no le diré a nadie. Aunque debo decirte, qué no me sorprende mucho que digamos.

—¿Enserio? ¿Por qué?

—Ya se veía venir, tanto tiempo juntos, demasiadas coincidencias y, el día que te diste de golpes con Isabel —suelta una carcajada. —Fue muy obvio que él se preocupó por ti, mucho más de lo que se preocuparía por una empleada.

Mi reacción confirma por completo lo que dice Taddeo, es más que la verdad.

—Supongo —respondo con timidez. —Nunca pensé que me pasaría algo así, no creas que me aproveché de la situación.

—Yo sé que no, eres una buena chica.

—Gracias Taddeo.

—Para eso somos los amigos, ¿no?

¡Otro más que lo sabe! Supongo que poco a poco la verdad ira saliendo a la luz. Aunque no tengo idea de cómo lo puedan tomar los demás, espero que lo tomen como Taddeo, ya que no sabría controlarlos a todos al mismo tiempo.

—¡Mia! —oigo la voz de Arek acercándose a nosotros. —¡Hola Taddeo!

—Buena noche, señorito —le responde Taddeo sonriendo.

—¿Señorito? —pregunto confundida.

—Siempre lo he llamado así desde niño.

—Y yo, lo detesto —añade Arek acercándose a nosotros. —¿Un juego de Ajedrez? —lo invita Arek.

—Gracias señorito, pero tengo trabajo. Disfruten de su juego entre cuñados —termina de decir y se retira chiflando.

¡Maldito! Que ganas de habérselo dicho.

—¿Cuñados? —me pregunta confundido.

—Ya sabes como dice tonterías. ¿Vamos a nuestra mesa?

Él asiente algo dudoso.

—Pero ¿Por qué Taddeo diría algo así? —insiste.

Supongo que Arek tiene derecho a saberlo.

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora