Capitulo 29

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No sé cuánto tiempo exactamente pasa porque pierdo el conocimiento. Stella me despierta de una manera muy tierna.
Anoche me quedé dormida en el suelo. ¡Me muero de la pena!

—Vamos señorita, levántese —me dice, tomándome del brazo.

—¿Pasó algo malo? —pregunto angustiada.

—No señorita, todo está bien. El señor dijo que regresarían a Varenna en una hora, vine a ver como estaba. —Se queda callada sin saber si puede continuar. —Y la miré en el suelo, por eso la desperté.

—Gracias Stella, ¿qué hora es?

—Son las 10 de la mañana, señorita.

Tocan la puerta.

—¿Quién será? —le pregunto a Stella. Ella niega con la cabeza. —Pase.

—Hola... —se asoma Arleth. —¿Puedo pasar?

—Claro, adelante.

—Con permiso señorita, la veo después— dice Stella y se retira de la habitación.

—Escuché toda la conversación que tuvieron mi hermano y tú anoche —me dice algo avergonzada. —Quiero pedirte disculpas, te hablé de una manera horrible y por supuesto no lo merecías, estaba tan molesta con mi hermano que me desquité contigo, ¿me perdonas?

—No te preocupes, yo entiendo. Todo está bien.

—¿Enserio? Eres increíble, gracias. Recuerda que no eres nada de lo que dije, tú eres más que una amiga, eres mi hermana.

—Igual lo eres para mí —le digo mientras extiendo mis brazos para darle un abrazo.

—Con que te quieres ir... ¿eh? —me dice al oído.

—El enojo te hace decir cosas estúpidas —miento de nuevo. Todos los días le pido a Dios que me saque de aquí.

—¡Gracias! Por esto y por soportar a mi hermano.

—No creo que pueda seguir haciéndolo, él me vuelve loca.

Arleth se ríe.

—Él dice exactamente lo mismo que tú. Sabes que creo... que lo que ustedes tienen es bueno.

No puedo evitar mirarla con mucho desagrado.

—¡Espera! No me veas así, te explicaré.

—Si, será lo mejor.

—Conmigo se dirige de una forma parecida a la tuya, pero es porque soy su hermana.

—Exacto y yo soy una empleada —vuelve el recuerdo de Abrah diciéndome exactamente ese término en aquella calle folclórica.

—Si, pero no. Él jamás le hablaría así a Isabel, Julia y Laura. A Nora tal vez sí —ambas reímos. — Ellas también son empleadas, pero son más como familia, tú eres como su amiga, la confianza que tiene contigo, esa forma de hablarse jamás la tendría con ninguna de ellas.

—¿Y qué me hable así significa que debo sentirme feliz?

Arleth vuelve a reír.

—No, claramente está mal. Pero ¿acaso no te has dado cuenta? Mi familia se sintió muy en confianza contigo desde el comienzo. Arek habla contigo en esa silla del jardín más que con su propia hermana, que soy yo —continúa riéndose. —Mi madre te dio una chequera en blanco, y ella ama el dinero. Mi padre el amante de la privacidad deja que deambules por la casa y que convivas con sus hijos. Y mi hermano Abrah, que tiene tan solo 1 semana de conocerte, se dirige a ti con esa confianza. Él jamás ha sido capaz de dirigirle la palabra a una persona, así como así. Es por eso que todos los demás empleados están molestos ¿no lo crees? Tú me dijiste que no te hablaban muy bien que digamos, pero.... ¿por qué crees que será? Ellos lo ven, al igual que yo lo veo.

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora