Capítulo 26

109 23 55
                                    

Su respiración está tan cerca de la mía, puedo oler su agradable fragancia, de nuevo. Siento todo mi cuerpo temblando y al mismo tiempo entumido, ¿cómo podría existir algo así? No tiene sentido.
Puedo dar el primer paso, sé que puedo hacerlo, pero una vez que lo haga no podré volver atrás, me conozco demasiado bien y no sé si podré soportar lo que venga después, estaré en la cueva del lobo, y no de cualquier lobo. Es un Marcerano.

—Aquí tiene su tequila, señorita Mia —dice Stella que va llegando al área del comedor.

Abrah se retira inmediatamente, como si lo que estaba apunto de hacer fuera algo malo, se nota nervioso, incluso avergonzado. Vuelve a su silla y se sirve él mismo una copa de vino, su mirada está distraída y vacía. Trato de que me voltee a ver, pero él lo evita, es como si se resistiera a mirarme.

—¿Ya está la cena? —pregunta Arleth, que va llegando con Agustín mientras se ríen y se abrazan como buenos amigos.

Abrah y yo no respondemos.
En toda la cena permanezco callada, extraño para mí, lo sé. Incluso Abrah no habla mucho, los que prácticamente llevan la conversación son Arleth y Agustín.
¡La cena está deliciosa! Tal vez de no haber ocurrido lo que sea que haya ocurrido, la disfrutaría más. Me quiero ir a mi habitación, no puedo seguir resistiendo esto, ruego por irme ¡Ya!

—La cena estuvo deliciosa, gracias, con permiso —digo al mismo tiempo que me levanto de la mesa y salgo casi corriendo a las escaleras para encerrarme en mi habitación, o al menos en la que me voy a quedar el día de hoy.

Escucho a Agustín y Arleth pidiéndome que me detenga y pase un rato más con ellos, pero finjo no escucharlos y continuó hasta el segundo piso. Entro a la habitación y le cierro con seguro, me recuesto en la cama con el corazón latiendo muy rápido, el nerviosismo no cesa. ¿Por qué me siento así?

Me quito mi vestido y me quedó solo en ropa interior, deshago la cama y me meto entre las sábanas. Observo la habitación desde la cama, ¡No puedo creer que vaya a dormir aquí!.
El lugar no deja de ser lindo, aunque el dueño sea Abrah. Esta muy limpio y ordenado, yo sé que de eso se encarga Stella, pero me impresiona que aún sin esperar invitados se encuentre todo impecable. Mirando a la nada, mientras pasan los minutos me quedo dormida.

Cuando despierto y poco a poco abro mis ojos, puedo notar que entra demasiada luz a esta habitación, olvidé cerrar las cortinas antes de dormirme. ¡Que tonta! ¡¡Tengo mucho sueño!!

No tengo idea de que hora es, me levanto de la cama y observo por una de las ventanas la linda vista que te brinda este departamento. La ciudad de Milán es preciosa, mirando hacia la calle, noto que hay varios hombres "sospechosos". Están vestidos de traje, todo oscuro, tal vez son guardias de Abrah.

Tocan la puerta y no puedo evitar taparme con mis manos el cuerpo. Salto a la cama para cubrirme por completo.

—¿Señorita Mia? ¿Ya despertó? —pregunta Stella desde afuera.

¡Uff que alivio! Pensé que era otra persona.

—Pase, Stella —le digo, mientras bajo las sábanas un poco para que pueda ver mi rostro.

—¿Qué ocurre? ¿Se siente bien? —me pregunta, dejando una bandeja en la mesa.

—Estoy bien, gracias. Solo quiero cambiarme.

—¿Tiene algo de ropa? ¿O desea un cambio nuevo?

—¿Cómo que un cambio nuevo?

—El joven Abrah tiene ropa de mujer, la compra para las invitadas.

¡¡¿Invitadas?!! No sé porque, pero esta palabra me molesta. En serio me molesta.

—Gracias, pero usaré mi vestido.

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora