Capitulo 3

235 86 65
                                    

En mi búsqueda de un empleo y mejorar mi experiencia con el idioma salgo todas las tardes al parque que se encuentra a dos cuadras de mi casa, saludo a las personas trato de entablar una conversación y alargarla lo más posible para practicar, aunque la mayoría de las veces confundo a las personas con palabras que no van al caso, me divierto demasiado. Hace unos días Gaby me dijo que pronto se acercará la fecha del alquiler, lo cual me provocó un gran dolor de estómago por lo cual no he podido dormir bien, ¡Me urge un trabajo! pero nadie me quiere dar la oportunidad por el simple hecho de que no hablo bien el idioma, sé que es comprensible, pero en verdad lo necesito. 

Así que decidí ir a casa, en casa solicitando empleo como personal de limpieza, sé que en este tipo de empleo no necesito hablar solo limpiar bien, así que voy con toda la actitud.

Al llegar a la primera casa respiro hondo... y toco la puerta.

Cuando por fin abren.

Ciao! scusi il disturbo, signora. (Hola, disculpe señora) He venido a ofrecer mis servicios como personal de limpieza —portazo en la cara.

Pero que signora tan grosera, me ha ignorado por completo ni siquiera me dejo hablar, vayamos a la siguiente casa.

Ciao! scusi il disturbo, signora —portazo de nuevo, otra vez, otra vez y otra vez, en las próximas horas me la vivo con señoras molestas, con perros guardianes correteándome, con otros que son callejeros, con personas que me gritan mucho antes de atender la puerta, otras que por nada del mundo entienden mi italiano y el peor, un señor que me arrojó un balde de agua, no lo puedo creer estoy profundamente cansada, decepcionada y mojada. En camino a casa voy analizando todo lo que me acaba de pasar, no puedo creer que nadie me haya prestado atención ni siquiera un poco, también tengo unas ganas inmensas de llorar.

Aunque realmente no sé qué hacer, si entrar a mi casa o de una irme al aeropuerto, tal vez es algo tonto, pero me siento tan fuera de lugar. En cuanto llego al departamento me encierro en mi cuarto, tomo algo de ropa y me meto a bañar, en cuanto salgo, me preparo un café a velocidad para no ver a Gaby, ya que seguramente me va a preguntar y no quiero llorar frente a ella seguramente se reiría de mí, y no tengo ganas de afrontarla el día de hoy, seguramente a ella le fue excelente en la universidad, y no quiero agobiarla con mis charlas de lo pésimo que la paso día a día. 

A la mañana siguiente amanecí más tranquila, trato de tener una mejor actitud para enfrentar todo esto, no tengo más opción, tal vez no me agradan muchas cosas, pero no significa que odie este lugar. Así que... no queda de otra que volver a la misión de encontrar trabajo, en cuanto salgo de la casa camino con la mejor vibra posible, saludo a mis vecinos, sonriéndole a la vida, camino algunas cuadras hasta llegar al área donde termine de buscar el día de ayer, veo una puerta grande color morada, algo curiosa para ser de ese color, me acerco a ella y con la mano de dios me decido por tocar.

Ciao! scusi il disturbo, signora. He venido a ofrecer mis servicios como personal de limpieza.

—¿Limpieza dices? —me pregunta. Es una señora grande, algo subida de peso, baja de estatura, cabello oscuro, ojos pequeños, tiene algunas manchas de paño en la cara y tiene una mirada algo ruda, sobre todo tiene muy mal gusto en la moda.

—Así es, segnora. Necesito empleo y soy muy buena haciendo mi trabajo, si le interesa no tendrá queja sobre mí.

—¿Puedes empezar ahora mismo?  —me dice. 

Aunque su pregunta me sorprende, me pongo muy feliz ya que prácticamente me está contratando

—¡Por supuesto que sí señora! Usted dígame por dónde comienzo —me abre camino para entrar a su casa.

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora