Capitulo 30

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Abrah Marcerano / Mansión de Varenna 


—¿Qué te parecen las cláusulas que vienen en el contrato? —me dice Agustín, entregándome el documento.

—Me parece bien, nos beneficia. Lo firmaré.

—Genial, tendremos ganancias superiores al 50%, ¿qué más puedes pedir? —me dice riendo.

—Aquí tienen —dice Nora que llega con nuestro café. —¿Dónde se los dejo?

—Déjalo aquí —respondo, apuntando a una pequeña mesa.

—¡Por cierto! Aquí esta tu correspondencia.

—Gracias Nora.

Al verla no puedo evitar pensar en Mia, ya van dos meses desde que ella y yo hablamos. Nora es su amiga, sin duda debe saber lo que ocurrió aquel día. Es muy común que Nora me recrimine todo, o al menos así lo era cuando yo vivía en esta casa, pero actúa de lo más normal ¿realmente sabrá algo?

Si lo pienso bien, Mia y Nora tienen mucho en común. La personalidad y el carácter de ambas es muy parecido, ahora entiendo porque se llevan tan bien. Y mi hermana ni se diga. Otra cosa que me parece extraña es que tampoco la he visto con mi hermana, o con Arek, incluso con mi madre ¿acaso estará evitándonos? O ¿solo a mí?

—Necesito la autorización de tu padre para realizar el cambio de propietario—escucho a Agustín hablarme, no sé porque no he podido concentrarme últimamente en el trabajo. —¡Hey! Abrah, te estoy hablando.

—Si, si dame los documentos, se los llevaré para que los firme—le respondo arrebatándole la carpeta. Me levanto de la mesa y voy directo a la sala de la planta baja, seguramente mi padre estará en ese lugar. Podría mandar a alguien que los lleve, pero estos días he estado haciendo las cosas yo mismo, creyendo que de esta forma en cualquier momento del día me cruzaré con ella.

—Buongiorno, signore! —me dice Marcello.

—Buongiorno! —le devuelvo el saludo. —¿Esta mi padre en la sala?

—No señor, al parecer salió al jardín Noroeste, frente al lago. ¿Desea que le lleve algún recado?

¿Si cruzó el jardín será posible encontrarla? Sigo analizándolo... ¿Por qué no? Hace mucho que no camino por el jardín.

—No te preocupes, yo lo busco —respondo de inmediato.

—¿Está seguro señor? Es más sencillo preguntar por el radio su ubicación.

—Me acabas de decir que está en el jardín Noreste, iré a ese lugar.

Mientras paso por cada espacio de la mansión, me encuentro a todos excepto a ella. ¡Que carajos! Porque simplemente no la llamó y le exijo hablar, sería más sencillo. Exacto, sería más sencillo y lo fácil no es lo mío. Pensará que me interesa, y no quiero confundir las cosas.

Caminando por el jardín principal escucho a Agustín gritarme desde el balcón. Idiota, jamás se calla.

—Buongiorno signore! —me dice uno de los guardias.

Le respondo el saludo con la mirada. Todos son muy educados, pero es algo molesto saludar a tanto personal. Desde mi posición puedo ver el lago, luce resplandeciente, hace mucho que no me acercaba a él, lo odio. Debo admitir que genera mucha paz.

Mi padre está acostado en uno de los camastros que están en las piedras junto a la arena, no me queda más remedio que bajar.

—¡Hey papá! —exclamo metros antes de llegar a él.

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora