Capitulo 56

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No pienso decir que los próximos días fueron sencillos, el dolor físico es agotador, pero el dolor emocional es extenuante. He llorado tanto que temo que mis ojos se dañen. Me torturo todas las noches pensando en todas las posibilidades que pude haber tenido si aquel bebé de 11 semanas continuará dentro de mí. He solicitado quitar todo rastro del "bebé" en el cuarto piso, y por supuesto tratar de evitar hablar del tema.

Abrah y yo hemos decidido quedarnos unas semanas aquí en Milán. Stella me ha consentido como nunca, incluso me acompaña en mi dolor cada que quiero desahogarme. La familia Marcerano aún no sabe cómo llevar la noticia, mis compañeros y amigos se sienten de la misma forma, por supuesto los preparativos de la boda se han pospuesto. No quiero escuchar nada de preparativos y festividades por el momento.

Ahora, el médico familiar se encarga de mi caso. Viene al departamento cada semana y me hace un breve chequeo. Me recetó algunas vitaminas y analgésicos para el dolor.

Siempre pienso, "¿qué voy a hacer ahora?" He vuelto al principio del camino, siento que estoy en un juego que simplemente no puedo ganar. ¿Qué fin tiene mi vida? ¿Qué es lo que tengo que hacer para ganarme la felicidad? Algo elemental... paz.

Cuando conocí a Abrah y nuestros encuentros se volvieron más frecuentes, mi corazón se aceleraba cada vez que lo veía. El primer beso que compartimos fue simplemente increíble. Decidimos dar otro paso y cuando estuve con él por primera vez, todos esos momentos me hicieron querer seguir viviendo, seguir aprendiendo y explorando más sobre él y sobre la vida en general. Anhelaba tener nuevas experiencias, me emocionaba tener estas locas aventuras. Desde que me enamoré, todo se iluminó con colores vivos. Me dolía la cara de tanto sonreír y me consideraba una tonta por entregarme por completo en tan poco tiempo.

Ahora... ahora que ambos contamos con un amor fuerte y sólido, sin inseguridades. ¿Cómo debemos avanzar? ¿Cómo podremos superarlo? ¿Qué debemos hacer? ¿Qué cosas debo decirle?

Su rostro siempre se muestra abrumado, se ha obsesionado con encontrar a las personas responsables, ni siquiera me quiero imaginar cuantas muertes se ha cargado. Lo único que yo quiero es mantenerlo lo más alejado de esta rutina de mierda, ¿pero ahora? Ya ni siquiera sé que hacer, en cuanto abordo el tema él lo evade por completo, se rehúsa a escucharme. Lo único que yo quiero es una vida diferente, ya no puedo cambiar el pasado, pero si podemos hacer algo por nuestro futuro, por el de ambos.

—¡Buenos días, señora! —me dice Stella en cuanto me ve salir de la habitación del primer piso. Así es, Abrah me prohibió subir escaleras, aparte el doctor indicó que no debo hacer movimientos bruscos y debo permanecer en reposo. Al principio estuve una semana completa en cama, ahora ya puedo andar, pero creo que no debo exagerar.

—Buenos días, Stella, Y mi... ¿esposo?

Aun no puedo acostumbrarme a esa palabra, a pesar de que la utilizo todos los días. Lo curioso es que estuvo tan cerca de convertirse en realidad.

—Salió desde muy temprano, ¿necesita algo?

—Tengo hambre.

—Enseguida le pediré a Antonio que le sirva.

—Gracias Stella —me siento en el comedor y observo todo el departamento. Al parecer todo el lugar se mira con normalidad, guardias por todos lados y un silencio obsesivo.

—Stella, ¿quiere hacer algo conmigo?

—¿A qué se refiere señora? —me dice sirviéndome un vaso de agua.

—Ya me estoy aburriendo, no sé qué hacer. ¿Cree que podamos salir a dar la vuelta?

—¿Por qué primero no le comenta al señor?

La Décima Sexta ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora