|Cap ₁₆|Las estrellas escapan.

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La brisa dentro del parque recorre la piel de mi rostro, mi lacio y obscuro cabello se une al viento, y aunque está cálido, mis vellos se erizan.

Dentro de mis pensamientos, los confines más tortuosos me atormentan hace mes y medio. Por las noches, el tacto de sus dedos en mi cuerpo me desploma y finjo que aquellos recuerdos no me provocan en lo absoluto.

Trabajo en lo que es mi relación con Min Ho, quien en este instante se ríe a mi lado, comentando lo que hizo hoy en la práctica de fútbol, y confiesa haber bebido cervezas junto a sus compañeros dentro de los vestidores. Un tema que no me importa en lo más mínimo, y no sé porqué, pero finjo que lo he escuchado por completo para no hacerlo sentir mal.

Y de pronto su mano se posa en mi muslo desnudo, mientras habla y habla, mas yo no evito el hecho de que aquella mano no es la que unas semanas atrás me abrió de piernas en el suelo de una obscura habitación.

Mi respiración se entrecorta y lo veo a los ojos. Él pregunta si quiero ir a su casa, ya que sus padres han salido a una reunión de la escuela de su hermanita hace unos minutos y no llegarán en un par de horas quizá.

No me queda más que asentir con la cabeza y prepararme para tener el mejor sexo de mi vida.

Sí, el mejor. Mucho mejor que toda la trilogía de Cincuenta sombras.

Llegamos a su casa y subimos a su habitación como es de costumbre. Comienza a besarme la boca con lentitud, demasiado lento para lo que querría en realidad, pero ya estaba acostumbrada.

Quita mi chaqueta y desliza el cierre de mi vestido con estampado de flores por mi cuerpo, dejándolo alrededor de mis pies. Con apuro desabrocha mi sostén y despoja de un tirón mis pálidas bragas.

No era todo un tema estar totalmente desnuda ante mi novio, tampoco que no provocara algo para seducirme, y estaba acostumbrada.

Tan acostumbrada a la monotonía, y poco a sentirme totalmente bien.

Su desnudez abraza mi humanidad y abre mis piernas, se sitúa entre ellas y rosa su glande por mi entrada, sin condón, porque en realidad me cuido con pastillas anticonceptivas y estamos conscientes de que no tenemos alguna ETS.

Y entonces, antes de que metiera su miembro de tamaño promedio, unas vergonzosas palabras salen de mi boca:

—Sedúceme... —lo veo a los ojos, añorando no parecer ridícula.

—Eso hago, corazón —ríe un poco, volviendo su vista a nuestros sexos.

—No, no lo haces... —acaricio sus hombros—. Bésame, podrías acariciarme... y decirme cosas incorrectas que parecieras no hablarlas diariamente.

—Está bien, te beso —me regala un escaso beso en el cuello.

Aquel gesto no provoca más que una maldita cosquilla en mi piel, y hago una pequeña mueca con una mejilla, sin querer verle a los ojos.

—No... —me esfuerzo por hacerle entender, y abrazo su cara con mis manos—. Dime que soy tuya, que te excita tenerme bajo tu cuerpo, no lo sé, toma mi cabello y juega con él.

—¿Por qué te diría eso? Ya eres mía, ¿no? Y tu cabello es delicado, no podría hacerte algo.

Y entonces, me di por vencida. Sólo lo seguí viendo a los ojos, notando cómo éstos no tenían forma de ciervo, y que en una de sus mejillas no yacía una pequeña, pero casi invisible marca. Su cabello era muy negro, no castaño.

¿Qué pasaba? Yo decidí estar aquí, yo me escapé de esa cocina aquella noche, cuando admitió estar celoso y su voz corrompió mi fuerza de voluntad por un instante.

Filoaster | JJK [+21][✔] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora