|Cap ₅₀|Una carta de...

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La mesa de la terraza es redonda y más pequeña que la del comedor, sin embargo, aquello no fomenta alguna razón para que mis oídos escuchen mejor cuando la abuela Jeon le habla a su hijo y ríen sobre un tema que ni si quiera sé, porque simplemente me he quedado sorda.

Las tostadas con mantequilla y mermelada frente a mí no llaman mi atención, tampoco el capuchino que preparó mamá para todos.

El sol es reflejado por la piscina, los pajaritos cantan alrededor de los verdosos árboles. Parece un lindo día, sin embargo mis ganas de no estar precisamente aquí fingiendo que tengo hambre y no tengo el corazón roto, no disminuyen.

No estoy bien.

Jungkook está sentado justo frente a mí. No ha apartado su mirada de la mía ni si quiera cuando su padre le pidió el azúcar. Tampoco parece sentir apetito, pero su abuela lo obliga a comer al menos una fruta, y él como buen chico, lo hace.

No puedo seguir viendo sus ojos y darme cuenta que nos queda poco tiempo.

Es en ese momento cuando caigo en cuenta que estaba aguantando la respiración y comienzo a toser al escuchar el timbre de la casa. Mamá frunce su ceño y posa su mano en mi hombro.

—Hijo, vé a abrir la puerta por favor —ordena el señor Jeon.

El castaño no lo duda, se levanta y desaparece de la terraza. Yo por otro lado me quedo bebiendo un poco de agua para aclarar mi garganta, hasta que mi progenitora acerca su silla a la mía y habla en voz muy bajita.

—No quise decirlo ayer porque sé que no te gusta, pero feliz cumpleaños, cariño —besa mi mejilla y sonríe—. No se cumplen dieciocho años todos los días.

—Gracias mamá... —intento regalarle una buena sonrisa.

Ella saca una pequeña cajita del bolsillo de su chaqueta y me lo tiende debajo de la mesa, yo lo recibo con asombro, ella asiente con su cabeza, haciéndome una señal para que la abriera, así que lo hago.

—Aretes —la miro.

Éstos son medianamente largos y bañados en oro.

—No son de mi parte.

—¿Qué?

—También vienen con esto —me extiende un sobre.

—¿Y esto? —lo recibo.

—Puedes abrirlo ahora o cuando lleguemos a casa, ¿sí? —acaricia mi espalda—. Tú decides.

Quise responder, pero me distraigo completamente al ver que Jungkook llegaba con dos inmensas cajas a la terraza.

—¿Tú exposición de arte? —pregunta su padre—. ¿Son los resultados del concurso?

—Eso parece —responde el castaño, dejando las cajas en el suelo.

—¡Qué emoción! —sonríe la abuela.

Jungkook me entrega una mirada lasciva y aclara la voz, agarrando un cuchillo para después empezar a cortar el pegote de la caja. Visualizo el temblor en su mano.

—Si quieren podemos verlo después del desayuno, no hay prisa —sugiere el mismo.

—Quizá estaré muerta para después del desayuno, Jungkook, no le hagas esto a tu abuela favorita.

—Eres mi única abuela.

—Exacto.

La abuela Jeon se llevaría bien con Yoongi, definitivamente.

—Queremos verlo hijo, abre las cajas —incentiva su padre.

El castaño alarga un suspiro y termina por abrirla, de ahí saca un papel y comienza a leer para sí mismo.

Filoaster | JJK [+21][✔] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora