40. Mariposas.

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En el cálido atardecer del día, Jimin y YoonGi caminaban juntos por las calles del mercado, en busca del regalo perfecto para la madre de Jimin

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En el cálido atardecer del día, Jimin y YoonGi caminaban juntos por las calles del mercado, en busca del regalo perfecto para la madre de Jimin.

Los suaves aromas de mandarina con almendra del omega y ciruela con agave del alfa se mezclaban en el aire, creando una fragancia embriagadora que solo ellos podían percibir como única.

Jimin, con sus mejillas sonrojadas, miraba ilusionado los diferentes objetos expuestos en los puestos. —Aún no tengo idea de que debería llevarle a mamá. —Explico sin dejar de asombrarse con cada objeto que mirase.

YoonGi no podía evitar sonreír ante la adorabilidad de su novio, siempre tan dulce y tierno.

—¿Qué tal esta pulsera, Jiminie. —YoonGi señaló una delicada pieza con lindos detalles, que brillaba bajo la luz del sol. —Creo que a tu madre le encantaría.

El omega asintió emocionado, la calidez de su alfa le hacía enamorarse cada vez mas. —Sí, es preciosa. Creo que le fascinará.

YoonGi colocó la pulsera cuidadosamente y llamó a la empleada. —Puede envolverla para regalo. —Pidió sin pensarlo dos veces.

Tomó la mano de Jimin, entrelazando sus dedos. Mientras continuaron paseando entre los puestos, sintió la cercanía de su pequeño omega, quien recargó su cabeza en su hombro.

Jimin podía sentir inquietud en su corazón. No sabía como explicarle a YoonGi que su padre también asistiría a la fiesta de su madre y quería volver a intentar que su padre aceptara su relación.

—YoonGi, no me gusta estar enojado con mi papá. —Murmuró, escondiendo si cabeza en el
pecho del alfa. —Tengo esperanza de que el aceptara podemos demostrarle que nuestro amor es genuino y fuerte.—Explicó dejándose consolar por los mimos que YoonGi le brindaba.

El alfa notó la preocupación en los ojos de su omega y levantó la barbilla del mismo con suavidad y se inclinó para depositar un dulce beso en la frente de su omega. —Todo saldrá bien. —Susurro en apoyo. —Incluso iría al fin del mundo si eso te hace feliz.

Jimin sintió sus mejillas sonrojarse y jalo de la mano a su alfa, y lo guió al parque al final del mercado. Se detuvo frente al alfa y lo miró con una ternura.

Yoongi no tardo en entender que es lo que su omega pedia, incluso sin palabras. —Jiminie, ¿puedo darte un beso?. —preguntó suavemente, como siempre respetando los límites de su omega.

Jimin sintió las mariposas revoloteando en su estómago una vez, incluso después de tantos meses juntos. Siempre que YoonGi le pedía un beso, una dulce y tímida emoción se apoderaba de él. Sin embargo, su adorable timidez no le impidió querer sentir los labios de su alfa sobre los suyos.

Bajó tímidamente la mirada, sintiéndose un poco avergonzado, pero asintió con una sonrisa. —Puedes darme muchos. —Aceptó, aún con mejillas sonrojadas.

YoonGi acercó suavemente sus labios a los de Jimin, sintiendo cómo su corazón latía más rápido. Con delicadeza, rozó los labios del omega, disfrutando cada instante del tierno contacto. Era como si el tiempo se detuviera para ellos en ese mágico momento.

Jimin se sonrojó aún más, sintiendo la calidez del beso recorriendo todo su ser. Las mariposas en su estómago se intensificaron, y un suave suspiro escapó de sus labios al separarse.

—¿Te sientes bien? —YoonGi le preguntó al escuchar el suspiro que se escaparon de los labios de su omega.

Jimin asintió con una sonrisa tímida. —Sí, estoy bien. Es solo que... cada vez que me besas, siento mariposas en el estómago. —Explicó como siempre manteniéndose sincero en cada una de sus palabras. —Quiero otro.

El alfa no pudo evitar sonreír con ternura ante la sinceridad de Jimin. Acarició suavemente la mejilla del omega con el pulgar y susurró con dulzura: —Eres adorable. Quiero darte besos que te hagan sentir así siempre. —Explicó sintiéndose alagado incluso avergonzado de su propia cursilería.

Así, bajo el cálido sol de la tarde, Jimin y YoonGi compartieron un momento tierno y romántico y en cada beso que compartían, Jimin sabía que las mariposas en su estómago siempre estarían allí, recordándole lo afortunado que era de tener un alfa tan dulce y cariñoso a su lado.

Con el regalo en manos, Jimin y YoonGi regresaron a la casa del omega para prepararse para la fiesta.

No importaba lo que enfrentaran, YoonGi sabía que tenía un omega que lo apoyaría y Jimin sabía que tenía un Alfa valiente que enfrentaría a su padre.

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