38. Ni felices, ni para siempre.

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Jungkook había perdido ya la cuenta de la última vez qué pasó su celo junto a su predestinado, quizá fue 5 o 6 celos atrás

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Jungkook había perdido ya la cuenta de la última vez qué pasó su celo junto a su predestinado, quizá fue 5 o 6 celos atrás.

Puede que quizá más.

Como extrañaba estar recostado sobre el pecho de Min YoonGi, el mismo alfa que le había prometido una vida feliz a su lado.

Como odiaba que Min lo hubiese olvidado tan fácil.

Como pudo olvidar a su predestinado y cambiarlo por un tontillo omega.

Apenas un chiquillo de 14 o 15 años.

La misma edad que YoonGi y él cuando descubrieron que eran predestinados.

Aún recuerda vívidamente como su lobo cambio en el instante que reconoció a quien se supone sería su para siempre.

Y justo este celo se sentía solo y empezaba a perder todas las ilusiones de volver a estar con Min, su lobo empezaba a añorar al alfa, pasar su celo con su predestinado, terminar en la cama sin aliento, incluso todas esas veces que corrió al gimnasio solo para llamar la atención de su predestinado quien abandonaba su entrenamiento tan pronto como le miraba.

Extrañaba los besos, esos donde sus labios sangraban por las mordeduras de Min, las mordidas en su cuello.

Sobretodo extrañaba la forma en que Min lo sometía en la cama, sin piedad alguna.

Extrañaba todo de Min YoonGi.

El mismo que ahora juega a ser un buen alfa con Park Jimin.

Un omega idiota e infantil.

Jungkook solo podía pensar. "Cuando fue que Min YoonGi se volvió tan dócil"

"Desde cuando Min se había vuelto tan amoroso".

"Cuando y donde fue que El alfa le olvidó"

Quería respuestas, y las quería rápido.

Espero durante horas la llegada de Min, anisaba una respuesta.

Su lobo dolía, y más cuando recordaba que su predestinado estaba pasando el día con su nuevo omega.

Tan pronto sintió el aroma de Min acercándose, su lobo se puso alerta, incluso se emocionó como la primera vez que lo conoció.

—¿Llegaste? —Preguntó apenas visualizo al alfa, mismo que le ignoro. —¡Estoy en mi celo!. —Gritó en un intento desesperado por llamar la atención del alfa, mismo que funcionó por Min se había detenido.

—Ya veo. —Contestó irónico.

—¿Como es que no te importa? Soy tu predestinado. —Chillo en un intento de berrinche. —¿Ya me olvidaste? —Pregunto, sintiendo su lobo herido y lastimando.

Lastimado de esos desaires que el alfa le hacía.

Le provocaba tanto dolor cada que le ignoraba, su parte humana podía entenderlo, pero su lobo no.

Su lobo era incapaz de comprender porque su predestinado lo estaba ignorando.

—Si. —Confesó, con un tono de voz seco y rudo.

—¿Y qué pasa con nuestro felices para siempre? —Pregunto, sintiendo que su lobo no soportaría otra respuesta negativa, su lobo estaba muriendo, y a su predestinado parecía no importarle.

—Mentí, ni felices, ni para siempre. —Concluyó intentando dejar atrás al omega.

—¿Que culpa tengo yo de nuestro destino tan trágico? —Se atrevió a preguntar.

Esque aún no lo entendía, ¿acaso fue solo su culpa?

¿No fue su padre el responsable de abandonar a su madre?

—No es trágico, es triste. —Murmuró, después de todo, el omega frente a él le había dado tanto amor como pudo.

—¿Entonces no puedes solo olvidarlo o perdonarme? —Indagó curioso sobre la respuesta del alfa.

—Ya te perdone, pero no lo olvide. —Murmuró entrando a su habitación, dándole la espalda al omega.

—Cambiaste. —Susurro para él mismo, esa respuesta solo confirmaba que el alfa ya no era el mismo que solía conocer.

Ahora es menos rudo.

Y menos idiota.

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