Una sospecha persistente (Erron Black/D'vorah/Reptile)

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Ermac nunca había querido ser el sub comandante de una flota, y mucho menos una donde volvería a estar con La Corte Real. Sin embargo, cuanto más los conocía, más eran sólo D'vorah, Reptile y Erron. Dejó de pensar en lo molesta que estaría Mileena de que se quedará del lado de quien alguna vez fue su enemigo o de que los cuatro se comportaban como jóvenes Terranos listos para ir a un concierto. Sin la vigilancia al rededor del palacio todas las mañanas, tenía que encontrar sus propias razones para despertarse por la mañana a pesar de que Mileena ya estaba muerta para al menos escabullirse ambos de sus deberes y verse un tiempo.

Él la extrañaba, por supuesto que lo hizo. Kitana prometió usar un clon de para que actúe de su lado y no como una enemiga pública. Él confiaba en Kitana, por supuesto que sí, pero algunas de estas promesas, como traer de vuelta a Mileena, sonaban francamente ridículas. Si él no hubiera visto las cosas que había visto... Bueno... Su amada hermana estaba muerta. Estaba muerta, probablemente no lo reconocería y no había nada que pudiera hacer para traerla de vuelta.

Ermac observaba con envidia nebulosa cuando D'vorah, Reptile o Erron se tomaban de la mano o se apoyaban el uno en el otro con aire ausente. Él estaba feliz por ellos, por supuesto que lo estaba. Los tres habían tenido una buena química desde que se conocieron, aún cuando dos de ellos no confiaban en el humano por su pasado como mercenario. Que estuvieran juntos parecía la única extensión natural de eso, incluso si ninguno de ellos se había molestado en formalizarlo con tantas palabras. Tenían sus propias vidas, pero cuando estaban en el mismo lugar... Su lenguaje corporal soltó un gran suspiro de alivio. A Ermac le pareció fascinante lo poco que tenían que pedirse cosas, comportándose como una criatura de seis brazos y tres cabezas. D'vorah decía algo que no tenía nada que ver con tener comida y Erron se levantaba y le llevaba una lagartija recién cazada sin que ella se lo pidiera. Reptile le entregaba a Erron una piedra de K'etz para que se fuera a cumplir sus misiones sin que pasaran palabras entre ellos. Eso no quería decir que no hablaran.

A pesar de su ligera envidia y su anhelo por el regreso de su hermana, Ermac estaba asombrado por la facilidad con que ml aceptaron en su grupo. Él, la criatura excluida, se convirtió en el centro principal de los amigos, comenzaron a llamarlo por su nombre de vez en cuando y todo sucedió muy rápido. Se preguntó si esto podría haber significado tanto si los tres no hubieran sido una unidad cohesiva tan cómoda en sí misma que pudiera acogerlo en sí misma sin ningún problema.

Ermac amaba a Mileena y la había amado durante mucho tiempo. Estar cerca de ella rara vez era... Cómodo. En el mejor de los casos, era susceptible y quisquillosa, propensa a arremeter o atacarlo en cualquier momento. Con Salazar, D'vorah y Syzoth... Ermac se sintió seguro. Se sentía confiado y apreciado sin necesidad de mostrar lo letal que eran o lo distantes que podían ser. Se preguntaba, a menudo, si ese era el problema de Mileena y porque le había costado tanto conocerlos. Los tres fueron genuinos y, sobre todo, amables. Se cuidaron unos a otros y buscaron divertirse y saborear la vida al máximo ahora que ya no tenían que preocuparse por la corona. Hubo burlas, pero hubo amor.

Él no era solo Prometeo, demasiado reservado para expresar sus sentimientos. No los atraparía lanzaría lejos por cada pequeño comentario que le hagan. Él no dejaría que nadie lo apartara con su propia incertidumbre. Él amaba y quería tener esa conexión profunda que veía en cada movimiento del trío cuando estaba con ellos.

No quería ser parte de esta amistad en un inicio, pero ahora, aún con su ceño en un fruncido perpetuo, el subcomandante iría con suficiente emoción a pasear con sus amigos a alguna cantina en Z'unkahrah o a Earthrealm si la emperatriz lo permitía.

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