C6/T2: Huida

76 11 3
                                    

Pov Flavio

Llamé con suavidad a la puerta.
Flavio: ¿Alan? Soy yo, Flavio. ¿Puedo pasar?
Escuché la respuesta afirmativa de mi mejor amigo y entré. Dejo la bandeja con comida al lado de la que le traje ayer, donde la comida aún permanece intacta, sin señales de haber sido tocada.
Miro la bandeja y luego al Omega.
Flavio: No puedes seguir así Alan... Debes comer, salir de estas cuatro paredes...
Él no me contesta ni me devuelve la mirada.
Me siento a su lado en la cama y le cojo su mano suavemente.
Flavio: Vamos Alan, porfavor... No me gusta verte así. Llevas encerrado todo este tiempo, debes salir, necesitas volver a ver la luz del sol.
Su respuesta fue fría y seca.
Alan: ¿Para qué?
Le miro triste. Ha cambiado tanto desde aquel día... En realidad, todos hemos cambiado.
No ha sido hasta ahora, que me he dado cuenta del gran cambio que Luna supuso para nuestras vidas. Y después de que se fuera, de que descubriéramos la verdad sobre sus orígenes, nada ha vuelto a ser igual.
Luna fue como una luz que llegó de repente y nos deslumbró a todos.
Era tan parecida a sus hermanos, y a la vez tan diferente. Como una mezcla de ambos. Luna siempre fue alocada, traviesa y divertida como Christopher, pero también justa, noble y leal como Erik.
Y cuando se marchó, hace ya dos años, la luz que la envolvía nos abandono con ella, y nos sumió de nuevo en la oscuridad de la tristeza y la monotonía.
Ella nos devolvió a Christopher, y desde que se fue es como si él se hubiera ido con ella.
Gracias a ella Erik volvió a ser ese rey que yo recordaba, pero desde que se fue, Erik ha vuelto a ser el mismo amargado adicto al trabajo de los años anteriores a la aparición de su hermana.
Cuando volvió, fue como si Luka se despertara de un profundo letargo, pero ahora no hay manera de sacarle del mundo de los sueños.
Cuando apareció, logró cambiar a Liam por completo, enamorándole profundamente y volviéndole dulce y cariñoso, pero desde que se fue, Liam ha vuelto a ser él mismo Lobo frío y malhumorado que conocí.
Ella logró abrirse camino hasta el resguardado corazón de Alan y entrar, y cuando desapareció de este dejó una profunda huella dentro de Alan, que lo ha llevado a una inmensa depresión de la que todavía no hemos logrado que salga, cambiando completamente al Alan dulce y amable que todos conocíamos por un Alan frío y melancólico.
Incluso siento que ella me cambió para bien.
Gracias a Luna, mis hermanas volvieron a unirse, y volví a sentir ese sentimiento de que los tres éramos uno, como cuando éramos niños, pero desde que se fue tengo miedo de que esa unión que he recuperado se desvanezca una vez más.
Suspiro pesadamente y observo el rostro pálido de Alan, surcado de lágrimas, con grandes ojeras y aspecto cansado y vulnerable. La fragilidad que poseía en su niñez ha vuelto a hacer mella en él, y eso me rompe el corazón.
Flavio: Alan... Sé que es duro para tí. Te entiendo, pero debes...
Alan cortó mi frase, comenzando a llorar.
Alan: No, no lo sabes. Tú tienes a tus dos hermanas. Yo... Es como si la hubiera vuelto a perder.
Le abrazo con delicadeza.
Flavio: Lo sé. Pero Luna no es Paula, Alan.
Al oír la mención de Paula, el cuerpo de Alan se tensa y se pone rígido en mis brazos.
Alan: Lo sé... Pero no lo puedo evitar. Le echo tanto de menos... Las echo de menos a ambas.
Alan llora amargamente, escondiendo su cara en mi hombro.
Flavio: Lo sé Qahwa. Yo también las echo de menos.
Dejo que Alan se desahogue hasta que finalmente se queda con su cabeza apoyada en mi hombro. Entonces escucho su suave respiración y me doy cuenta de que se ha dormido.
Flavio: Descansa Alan. Lo necesitas.
Le recuesto con cuidado en la cama y le tapo con las sabanas.
Flavio: Sueña con algo hermoso, te lo mereces.
Salgo de la habitación, cerrando la puerta en silencio y me dirijo hacia mi próximo destino.
Cuando entro, él ya está ahí.
Levanta la mirada para verme y luego vuelve a dirigirla al pálido cuerpo que se encuentra inerte en la cama.
Me acerco y me siento en una silla a su lado.
Flavio: ¿Has comido algo?
Él niega con la cabeza. Yo suspiro.
Flavio: ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
Al fin, Christopher se gira para mirarme.
Christopher: ¿Qué hora es?
Vuelvo a lanzar otro suspiro.
Flavio: Le dices a Erik que lo supere, que ya es hora de pasar página, pero tú no das el paso.
Él frunce el ceño.
Christopher: No es lo mismo.
Flavio: Por supuesto que no lo es. Pero no puedes estar aquí encerrado todo el maldito día. A ver si todos os enteráis de una vez, ¡no vais a resolver vuestros problemas encerrandoos en una habitación! ¡El mundo continua moviéndose y la vida sigue!
Christopher: ¡Ya lo sé! ¡Pero eso no quita que sea duro aceptarlo!
Flavio: ¿¡Te crees que no lo sé!? ¡También eran mis amigos!
Noto como le tiembla el labio.
Christopher: No hables de ellos en pasado. No hables como si se hubieran marchado.
Flavio: Luna se fue Chris. Y Luka...
Miro el rostro pálido de mi amigo tumbado en la cama.
Flavio: Tal vez debamos aceptar que jamás volverá de... donde sea que se encuentre.
Christopher gira su cabeza con brusquedad, apartando sus ojos de los míos, pero soy capaz de ver la lágrima que le resbala por la mejilla.
Flavio: Es duro para todos. Pero ya va siendo hora de aceptar la realidad.
Christopher asiente suavemente.
Flavio: Ahora vamos a comer.
Él se gira de nuevo hacia mí y vuelve a asentir. Coge la mano de Luka y la besa con delicadeza. Finalmente se levanta y juntos salimos en dirección al comedor.
Mi último pensamiento antes de cerrar la puerta me sorprende hasta a mí.
Flavio: *Feliz cumpleaños Princesa Luna.*

Medio lobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora